La industria de la animación brasileña reivindica su identidad

  • Marta Berard.

Marta Berard.

Sao Paulo, 28 jul.- Con vocación independiente, una dosis de irreverencia y la creación de historias y personajes originales, la industria de la animación brasileña busca diseñar una identidad propia sin apartar la mirada del mercado y llevar así la contraria a los que creen que los dibujos son cosa de niños.

"La animación brasileña está ganando personalidad", dijo a Efe el realizador Marcos Magalhaes, director y uno de los fundadores de Anima Mundi, el festival de animación más importante del país y uno de los más destacados del sector.

En su opinión, uno de los rasgos de interés que define las producciones de animación brasileñas se encuentra en "la autoría", ya que los profesionales del sector están apostando por la "creación de personajes e historias originales".

"Estamos creando otros patrones, no estamos siguiendo una escuela", precisó Magalhaes.

Además opinó que en Brasil no hay una gran apuesta por parte de las televisiones o de grandes estudios en la animación y lo que inicialmente podría parecer una desventaja ha desembocado en un movimiento más independiente, capaz de asumir riesgos.

El humor, la ironía, el erotismo y la crítica están presentes en la animación brasileña en mayores dosis, según Magalhaes, quien también identifica en la industria las señas que definen la mentalidad brasileña como su alegría y su inclinación a la diversión.

La industria de la animación no se circunscribe al cine sino que abarca segmentos más amplios como el viodeojuego, los juguetes culturales o los circuitos educativos.

Y más allá de modas, escuelas, tendencias o propuestas tecnológicas como el 3D, la base para hacer un producto de calidad es "un buen guion, una producción estructurada y pensar bien en el mercado al que se dirige", algo que para Magalhaes se está haciendo con eficacia en Brasil.

Uno de los motores para impulsar la animación en el país latinoamericano es Anima Mundi, festival que tras su paso por Río de Janeiro celebra estos días en Sao Paulo su vigésima edición con casi 500 películas en exhibición.

El festival, además de disponer de concurso competitivo, se fundó con la intención de ofrecer talleres gratuitos que muestren al público cómo se hace un producto de animación e impulsar el desarrollo de la industria.

"Fue una estrategia, pensamos que sería un estímulo para Brasil", dijo Magalhaes, quien observó que cuando levantaron el festival a inicios de la década de 1990 la cultura brasileña atravesaba un momento difícil.

En la cita de este año se exhiben 80 producciones brasileñas, además de piezas de España, Francia, Alemania, Japón, Polonia, Portugal, Estados Unidos, Suiza, Dinamarca, República Checa, Siria y Túnez, entre otros.

En la entrega de premios de Río de Janeiro, la gran vencedora fue "Head Over Heels", del británico Tim Reckart, que cosechó varios galardones, entre ellos mejor película, que le otorga la condición de preseleccionado para los Óscar.

La española "Arrugas", de Ignacio Ferreras, también resultó premiada en la categoría de premio del público al mejor largo de animación de temática adulta.

El festival cerrará sus puertas el próximo 29 de julio en el Memorial de América Latina de la capital paulista.

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