La "jet set" mexicana se rinde al artista español de moda en Hollywood

  • Al igual que les ocurrió a Leonardo Di Caprio y Johnny Depp, la "jet set" mexicana ha quedado hechizada con la obra del artista español Domingo Zapata, un mallorquín "soñador" que triunfa desde hace años en Nueva York con "mucho trabajo" y "un poquito de suerte", como reveló hoy a Efe en una entrevista.

Raúl Cortés

México, 7 sep.- Al igual que les ocurrió a Leonardo Di Caprio y Johnny Depp, la "jet set" mexicana ha quedado hechizada con la obra del artista español Domingo Zapata, un mallorquín "soñador" que triunfa desde hace años en Nueva York con "mucho trabajo" y "un poquito de suerte", como reveló hoy a Efe en una entrevista.

En una exposición inaugurada esta semana con el sugerente título de "Matador", Zapata presentó catorce obras en una sala del selecto barrio de Polanco de la capital mexicana y prácticamente todas están ya en manos de coleccionistas locales.

"Creo que hemos vendido casi todo. Tendremos que volver", indica entre contento y sorprendido este neoyorquino de adopción, de 39 años, tez tostada, abundante cabellera, barba, tatuajes, camisa holgada y llamativas zapatillas de baloncesto.

La obra presentada en México, cuyo valor por pieza oscila entre los 50.000 y 150.000 dólares (entre 54.000 y 115.000 euros), está compuesta por doce cuadros pintados con acrílico sobre lienzos de algodón y lino, más dos esculturas.

Los toros y el malagueño Pablo Picasso fueron la inspiración de Zapata para crearla.

"Quería buscar una serie que tuviese algo que ver conmigo y con mi 'heritage' (herencia), mi pasado, y a la vez que estuviese vinculado con México. Por eso me decidí a hacer una serie taurina. Además, como soy gran aficionado a Picasso, es un poco un homenaje", explicó.

La pintura fue ejecutada de manera "muy espontánea, con la mano muy ligera, sin prestarle atención al detalle", y se complementa con dos "chaquetillas" usadas de torero, confeccionadas por el especialista Justo Algaba y "reinventadas" a brochazos.

No es la primera vez que este creador con apellido de revolucionario mexicano pero marcado acento español retrata el mundo de la fiesta grande.

Sus obras anteriores sobre esta temática son las preferidas del actor estadounidense Johnny Depp, que llegó a él tras ver sus cuadros en el despacho de su compatriota y colega Leonardo Di Caprio.

En cambio, sí es el bautismo en América Latina para Zapata, un artista cuyas obras abarcan un amplio universo artístico y han llegado ya a muchos rincones del mundo.

En mayo de 2013 presentó en la 55 Bienal de Venecia la exposición "Sueño de una noche de verano", una experiencia que califica de "espectacular" pero también "muy dura" porque estuvo tres meses preparándola en la ciudad de los canales, lejos de Nueva York.

Su estudio habitual, donde trabajan con él cinco personas, está situado en un triplex en Gramercy Park, un vecindario de Manhattan.

Como reflejó en enero pasado un artículo del New York Post, del comedor de su casa pende una lámpara de cristal de murano y de una pared de su biblioteca una fotografía del mítico Andy Warhol, con el que muchos lo han comparado.

No en vano, además de contar con una obra visualmente muy llamativa, Zapata ha aparecido en fotografías de prensa con actrices como Sofía Vergara, Eva Longoria o Lindsay Lohan.

En la entrevista con Efe rehuye ese aspecto de su vida, aunque no esconde su orgullo por haber entrado con su trabajo en las casas de algunos de los famosos de Hollywood.

"Me ha comprado obra muchísima gente del cine, lo cual es muy importante para mí, el reconocimiento de otros artistas, en otro tipo de arte, pero que les guste lo que haces y les dé motivación o inspiración", argumenta.

Su agradecimiento a Nueva York, ciudad en la que recaló a los 17 años y donde ha cimentado su carrera, queda patente en los programas sociales para niños en los que participa.

Muy pronto se verá reflejado también en una obra de 18 por 8 metros que colgará de una pared en el salón de entrada de la "Torre de la Libertad", el edificio que sustituirá al World Trade Center.

"Lo que hice fue una bandera americana de un 'collage' de materiales de los cincuenta estados de Estados Unidos y las estrellas son de acero pulido", de manera que "cuando entras y ves la obra te reflejas en ella y eres parte de la obra", relata.

A España no piensa por ahora regresar, aunque recuerda que "hay mucha gente" que tiene su obra allí y que acaba de inaugurar un cuadro de la crucifixión de cinco metros de alto en la Catedral de Palma, pintado con la técnica del grafiti con el objetivo de llegar a los jóvenes.

"La Iglesia siempre ha sido una referencia del arte" y "hay que hacer arte contemporáneo para la gente contemporánea", se defiende este artista que sueña con exponer algún día en el Museo Metropolitano de Nueva York, su actual hogar.

"Ojalá pudiese vivir aquí, póngame una cama", asegura que les diría a los responsables del museo.

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