La pasión de Gregorio Prieto por la fotografía centra una muestra en Madrid

  • El pintor Gregorio Prieto (Valdepeñas 1897-1992) nunca sostuvo una cámara fotográfica entre sus manos, pero durante toda su vida sintió fascinación por la fotografía que utilizó para crear una biografía imaginaria, parte de la cual se puede contemplar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid.

Madrid, 12 mar.- El pintor Gregorio Prieto (Valdepeñas 1897-1992) nunca sostuvo una cámara fotográfica entre sus manos, pero durante toda su vida sintió fascinación por la fotografía que utilizó para crear una biografía imaginaria, parte de la cual se puede contemplar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid.

"Gregorio Prieto y la fotografía", comisariada por Almudena Cruz Yábar, muestra cómo el pintor se hizo fotografiar en una variedad de poses y escenas que revelaban su profunda admiración por el arte grecolatino y su personal asimilación de la vanguardia europea.

Frecuentando la compañía de los grandes poetas de la generación del 27, Gregorio Prieto se formó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando antes de continuar sus estudios en París y, más tarde, como pensionado en pintura de paisaje, en la Academia de España en Roma durante el período 1928-1933.

Fue allí donde su pasión por la fotografía se hizo más grande a raíz de su amistad con el también becado en pintura Eduardo Chicharro Briones, fotógrafo "amateur" que le apoyaba en la parte técnica y con el que concibió las vanguardistas instantáneas que conforman la primera de sus etapas fotográficas.

Durante estos años, Gregorio Prieto elaboró un amplio catálogo de autorretratos tomados dentro de la propia institución, guiándose por un espíritu lúdico y onírico afín al movimiento surrealista que había conocido en París.

El carácter provocativo de estas imágenes realizadas junto a Chicharro causó que muchas de ellas permanecieran inéditas en vida del artista manchego.

Durante los años del pensionado romano de Gregorio Prieto, mientras desde París el Surrealismo lideraba los movimientos de vanguardia en Europa, en la Academia se promovía el respeto y la copia de los maestros clásicos.

Prieto supo aprovechar la oportunidad que le brindaban los viajes obligatorios para conocer las más modernas corrientes artísticas y a la vez visitar "in situ" las ruinas grecolatinas que tanto admiraba.

De sus viajes regresaba a la Academia cargado de nuevas experiencias estéticas para sus fotografías.

Cuando en el verano de 1936 estalló la guerra en España, Gregorio Prieto buscó refugio en Londres, iniciando un exilio que duró más de once años.

Después de regresar a España, y quince años después de sus fotografías de Roma, el pintor volvió a situarse delante de la cámara retomando con energía renovada su secreta debilidad narcisista. Esta vez, la resolución técnica recayó en el escultor hispano-inglés Fabio Barraclough, que participaba con entusiasmo en la elaboración de sus fotografías.

Algunas fueron tomadas en Inglaterra y la mayoría en suelo español, pero como había sucedido con la serie romana, debido a su escandalosa modernidad no encontraron una fácil publicación en la atmósfera reaccionaria de la dictadura y quedaron durante largo tiempo apartadas del conocimiento público, aunque muchas de ellas fueron utilizadas por el artista en sus collages.

A los retratos fotográficos de Gregorio Prieto en Roma, Inglaterra y España se fue uniendo un repertorio con el que el manchego formó los cada vez más recargados collages postistas y los alucinados popares (su adaptación castiza del Pop-Art), rodeándose de las formas clásicas y religiosas que siempre le sedujeron.

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