Javier Herrero.
Madrid, 20 abr.- En plena crisis económica, a "la Pausini", apelativo por el que se conoce popularmente a la cantante italiana más internacional de la actualidad, de nombre Laura, se le puso en la cabeza remontar el ánimo general con un disco optimista y la gira más espectacular de su carrera, que esta noche ha pasado por Madrid.
La transalpina, que ha pasado los dos últimos años alejada de los escenarios, recita en una de las transiciones del show: "El regreso es un vínculo entre el pasado y el presente, es volver al punto donde todo comenzó".
Y eso ha hecho ella hoy ante unas 9.000 personas, volver al lugar donde se siente como en "casa" y donde todo comenzó hace ya más de tres lustros, el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, que acogió su primer show en la ciudad, tras el éxito arrollador de su debut en español, "Laura Pausini" (1994).
De él vendió la friolera de un millón de copias en España, lo que le deparó un disco de diamante y la convirtió en la intérprete femenina que más copias ha vendido de un disco en este país.
El descanso le ha sentado bien a Pausini, quizás no en lo comercial, puesto que su más reciente disco, "Inédito" (2011), no ha funcionado tan bien en ventas, pero sí en ambición.
En su actual gira no escatima en nada: dos horas de música, tres gigantescas pantallas, un escenario italo-greco-futurista no menos colosal, obra de un colaborador habitual de U2 y el Cirque du Soleil, un potente set de luces, más de media docena de cambios de vestuario galácticos, un nutrido cuerpo de baile, modernas proyecciones, un piano rojo y una lluvia de confeti plateado.
Por si fueran pocos mimbres, ha exhibido facetas que, como reza el título de su último álbum, apenas se le habían visto hasta ahora.
Más acostumbrada al recato y al sonido acústico, que es el que más le gusta como ha confesado, ha tirado básicamente por el camino que la encumbró desde su victoria en el Festival de San Remo, el de la pura canción melódica, desgarrada, doliente, sensiblera y pop, con un sonido grandilocuente apoyado por cinco músicos y un poderoso coro.
Pero "la Pausini", desmelenada, también ha coqueteado con el rock, el r&b y la música dance, momento en que -destapándose como una diva de manual- ha bailado alguna que otra coreografía por primera vez en su carrera. Movimientos sencillos, eso sí.
Qué mejor para empezar un concierto que hacerlo con un corte titulado "Bienvenido", que además fue el primer single de "Inédito", al que ha seguido "Yo canto".
Cabe destacar la buena acogida entre el público de los momentos más electrizantes y, en especial, de los temas con bases bailables, como "Con la música en la radio", "Surrender" o "Bellísimo así", que han contado incluso con un set de DJ.
Los primeros grandes aplausos han llegado con "Volveré junto a ti", interrumpiendo incluso el discurso de la italiana entre gritos de "Laura, Laura", pero se han repetido de nuevo tras el "medley" o popurrí con el que ha rescatado tres temas de sus inicios: "Inolvidable", "Amores extraños" y, cómo no, "La soledad".
Se han alternado los temas lentos con los más vitalistas y las nuevas composiciones con los grandes éxitos, remozados en algunos casos con una pátina también inédita que los ha hecho sonar más actuales y enérgicos, como "Escucha atento", con un toque roquero, o, sobre todo, como "Se fue".
El que es uno de sus temas más emblemáticos, y también uno de los más tempranos, corría el riesgo de sonar demasiado adolescente pero, remozado y con todo el coro parapetando a la cantante, el resultado ha puesto al público en pie, alcanzando el culmen del concierto en cuanto a energía.
Roquera y latina, Pausini ha concluido el espectáculo con más bullicio, el de su personal versión de "Y mi banda toca el rock", de Ivano Fossati, y, para acabar con las pulsaciones abajo, el tema "Jamás abandoné", antes de partir de nuevo para tocar mañana en Barcelona.EFE
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