"La piel en llamas", un thriller sobre el dolor de los que sufren las guerras

  • La ciudad de "La piel en llamas", que estrena el CDN el viernes, no es ni Saigón, ni Sarajevo, ni Beirut sino todas ellas: el escenario de los horrores contra la población civil que personifican las imágenes de la niña que ardía por culpa del napalm y la afgana de ojos verdes de National Geographic.

Madrid, 28 mar.- La ciudad de "La piel en llamas", que estrena el CDN el viernes, no es ni Saigón, ni Sarajevo, ni Beirut sino todas ellas: el escenario de los horrores contra la población civil que personifican las imágenes de la niña que ardía por culpa del napalm y la afgana de ojos verdes de National Geographic.

El autor, Guillem Clua, el director, José Luis Arellano, y los protagonistas, José Luis Alcobendas, Helena Castañeda, Chani Martín y Marina Seresesky, han explicado hoy en el María Guerrero, en un acto al que ha asistido el director del Centro Dramático Nacional (CDN), Ernesto Caballero, el desarrollo de este "thriller" que parte de una anécdota periodística.

Un prestigioso fotógrafo vuelve 20 años después al país en el que captó la fotografía más famosa de Occidente, la de una chiquilla que vuela envuelta en fuego por el efecto de la explosión de una bomba.

"No es una obra fácil. Exige mucho de los actores y un compromiso por su parte, al igual que del espectador, porque lo que ve no solo apela a su estómago y sus vísceras sino a su cabeza", ha detallado Clua, que la escribió en 2003 a partir de la guerra de Irak.

Ese conflicto, la famosa fotografía de la niña que corría por una carretera con la piel a tiras y la de la muchacha afgana de ojos verdes a la que National Geographic dedicó su portada y encontró varios años después son los ingredientes de su inspiración, aunque Clua no quería "referentes concretos" y sí simbolizar el efecto de las guerras.

Todos los que las padecen, asegura, son "víctimas y verdugos en algún momento".

El fotógrafo protagonista "se ha lucrado a partir de la miseria de un inocente y ese planteamiento requiere un posicionamiento moral constante".

A Arellano le atrajo del texto de Clua, que ha lamentado "lo triste que es" que en la semana que se celebra el Día Mundial del Teatro sólo se estrene una obra de un autor español contemporáneo, la "arquitectura salvaje y brutal" de una reflexión que "enfrenta a los verdugos del mundo con sus víctimas".

Marina Seresesky siente "un vértigo intenso" al interpretarla, Cahni Martín está seguro de que obligará al espectador "a no pasar página" ante los conflictos del mundo", a José Luis Alcobendas le ha conmovido cómo Occidente "causa dolor y sufrimiento" al Tercer Mundo y a Helena Castañeda le produce "angustia placentera" cabalgar entre la reflexión y la visceralidad que propone Clua.

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