Las dos caras de Aitana, la joya del baile flamenco cordobés

  • Hay dos Aitanas. Una es una niña tímida, poco comunicativa, ensimismada, que pasa sus días ensayando coreografías. La otra Aitana es un ciclón, y su rostro juvenil adquiere rasgos de madurez desde el mismo momento en que se viste para bailar flamenco.

Juan Velasco

Córdoba, 2 nov.- Hay dos Aitanas. Una es una niña tímida, poco comunicativa, ensimismada, que pasa sus días ensayando coreografías. La otra Aitana es un ciclón, y su rostro juvenil adquiere rasgos de madurez desde el mismo momento en que se viste para bailar flamenco.

Esas dos personalidades conviven en la joven bailaora cordobesa Aitana, una promesa de la danza flamenca a nivel mundial, que debutó en las tablas con sólo 7 años, y que hoy, seis años después, tiene por delante el reto de volver a conquistar los países árabes, a donde viajar tres años después de haber representado a Europa en Catar.

Tenía 10 años cuando Aitana deslumbró con su arte al emir de Catar Hamad Bin Al Tani, convertido desde entonces en uno de los más acérrimos admiradores de esta menuda bailaora, que se expresa como una mujer experimentada a través de la mirada, las manos y el tacón.

"Va tan rápido que no puedo ni seguirla", dice en un ensayo su padre, Juan Manuel Muñoz "El Tomate", uno de los guitarristas más importantes de Córdoba, y el principal cómplice de Aitana.

Tanto él como su madre, la bailaora y coreógrafa María "La Chata", también comenzaron a despuntar en el flamenco siendo pequeños, pero eran otros tiempos, y hoy están muy pendientes de Aitana, esa niña que con cuatro años ya decía que de mayor iba a ser "artista y famosa".

"La Chata" ha explicado a Efe que Aitana vive por y para la danza, sin descuidar sus estudios, pero inmersa de lleno en conseguir "la máxima preparación posible", ante el interés internacional que ha suscitado.

La niña afirma que su asignatura favorita es el inglés, cuyos estudios compagina con clases de ballet clásico y de flamenco, mientras que el tiempo libre lo destina también a ensayar coreografías.

En esos momentos, tira del arte de su padre y de su madre, unidos los tres en un improvisado tablao en su propia casa, donde ensayan coreografías, que Aitana ejecuta con una soltura, entrega y arte impropio de una niña de su edad.

"Ella es muy tímida y todo lo expresa con sus manos. Cuando sale a bailar, su arte brota desde el interior hasta el exterior, y hace todo lo posible para despertar los sentidos de quienes la ven en el escenario", señala "La Chata".

Un arte que le viene en los genes, al ser no sólo hija de ilustres flamencos, sino también prima de un trío de cantantes que se hizo famoso hace unos años, las Ketchup.

Sin embargo, ese mismo arte es el que hace que sus padres estén vigilantes para que no descuide su preparación personal, sabedores de las complejidades que tiene el mundo del arte hoy en día.

"Aunque no ha sido sorpresa, sí que surge mucho respeto, y te obliga a ir despacio y con los pies en el suelo. No deja de ser una niña", dice su madre.

Una niña con un currículum que incluye hitos como haber sido finalista con 7 años del programa Veo Veo; el premio Jóvenes Promesas con 9; la actuación, con 10 años, en la Gala de los Premios Nacionales de Flamenco o en la inauguración, este mismo año, de la "Marbella Luxury Weekend".

El futuro inmediato de Aitana está ahora en los países árabes, adonde acudirá dentro de su gira internacional, que la llevará también a Japón. EFE

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