Las palabras de Bernard Pivot

  • Bernard Pivot (Lyon, 1935), uno de los periodistas culturales más influyente de Europa, evoca en su libro "Las palabras de mi vida" los quince años que pasó al frente del programa televisivo "Apostrophes", que llegó a tener una audiencia de tres millones.

Alfredo Valenzuela

Sevilla, 27 mar.- Bernard Pivot (Lyon, 1935), uno de los periodistas culturales más influyente de Europa, evoca en su libro "Las palabras de mi vida" los quince años que pasó al frente del programa televisivo "Apostrophes", que llegó a tener una audiencia de tres millones.

"Su sola opinión favorable bastaba para convertir la primera novela de un perfecto desconocido en best-seller", dijo de Pivot Rodrigo Fresán, mientras que Mario Vargas Llosa comprobó la popularidad del periodista el día que estuvo en su programa y nada más salir todo el mundo le saludaba por la calle y le pedían autógrafos.

Publicado en España por Confluencias y traducido por Teresa Lanero, "Las palabras de mi vida" es, según sus editores, más un autorretrato que una autobiografía, con forma de diccionario, en el que el autor pasa del rigor a la amenidad y recoge las palabras que le han acompañado en su trayectoria profesional como director de "Apostrophes", emitido entre enero de 1975 y junio de 1990.

Las entradas de este particular diccionario son breves, muchas no alcanzan media página, en cada una de ellas Pivot, presidente de la Academia Goncourt, va dando cuenta de lecturas, manías y recuerdos, como cuando rechazó dirigir una editorial por entender que la cualidad esencial de un periodista es la impaciencia.

Cuando justifica haber elegido la forma de diccionario para este libro, Pivot confiesa que amó las palabras antes que los libros y que leyó un diccionario antes de leer novelas -"vagabundeé en el vocabulario antes de pasearme por la literatura", escribe- e incluso se sorprende de que la gente se sorprenda cuando asegura que todos los días consulta el diccionario.

Pivot explica en estas páginas que se vio convertido en personaje público "gracias a una sucesión de golpes de suerte", pero lo cierto es que aparcó su precoz carrera literaria -publicó una novela en 1959- durante las décadas que ejerció como crítico literario, divulgador literario y entrevistador, tarea esta última de la que recuerda con orgullo que sus preguntas siempre eran muy cortas.

En la entrada "Aplausos" afirma que hay dos tipos de presentadores de televisión, aquellos "cuyos programas son forzados e interrumpidos por salvas de aplausos dirigidas por un regidor" y los que prescinden de este sistema.

También define con humor lo "audimétrico" como "algo elaborado o difundido para obtener el máximo de audiencia", y "programa audimétrico" o "presentador audimétrico" como algo "lo bastante vulgar y demagógico para fomentar las mayores bajezas con el máximo de telespectadores".

Aunque apenas hay alusiones directas a escritores que han pasado por su programa, el libro tiene frases como "Los escritores extranjeros, en particular los americanos, se marchaban del programa asombrados de haber podido hablar de sus libros, que el presentador había leído, sin que los interrumpiera la publicidad".

Simon Leys es el escritor vivo que más admira Pivot, quien asegura que no hizo amistad con ninguno de los escritores que pasó por su programa -su íntima amistad con Jorge Semprún procedía de otra parte-, y que a Marguerite Duras la rehuyó desde que lo despertó a las dos de la madrugada "porque había sentido la amistosa necesidad" de leerle por teléfono el texto que acababa de escribir.

Pivot aventura también una explicación al éxito de "Apostrophes": "La resonancia y en ocasiones la repercusión entre el público de las conversaciones del plató, incluso entre personas que no leían pero a quienes el descubrimiento de un escritor o la confrontación de ideas o de experiencias les había intrigado o apasionado".

Y por lo que sucedía después de cada emisión del programa: "Las ganas de leer que se transmitían con intensidad a los telespectadores".

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