Las revoluciones árabes impregnan de optimismo el Festival de Doha

  • Judith Mora.

Judith Mora.

Doha (Catar), 28 oct.- Las revoluciones en países árabes como Túnez o Egipto han impregnado de optimismo la tercera edición del Festival de Cine Tribeca de Doha, donde este año se proyectan varias películas sobre las revueltas y la lucha por la libertad.

Directa o indirectamente, los levantamientos populares pro democráticos en la región -a los que la monarquía catarí, absolutista pero relativamente liberal, asiste con sorprendente impasibilidad- están omnipresentes en el certamen, sea a través de la gran pantalla o en las conversaciones en los pasillos.

"Lo que ha sucedido en mi país es increíble, nos ha inspirado a todos", dijo hoy el empresario tunecino Tarak ben Ammar, director de la productora Quinta Communications, que cofinanció "Black Gold", la última película de Antonio Banderas.

El rodaje en Túnez de esta épica cinta, que el martes inauguró el festival, coincidió con la revolución que derrocó a Zine El Abidine ben Ali y, según explicó Ammar, una de sus escenas culminantes -que cuenta la lucha entre dos emires- se grabó "el mismo día de la huida del presidente".

"Fue un momento muy emocionante -incide el director del filme, el francés Jean-Jacques Annaud-. Hablábamos de libertad en el plató y, fuera, la gente la conseguía".

La revolución en Túnez, que se extendió a los países vecinos, se recoge en el largometraje "Normal" del argelino Merzak Allouache, que explora los efectos de esa revuelta en Argelia.

Por su parte, el documental "Rouge parole", de Elyes Baccar, ofrece el testimonio de los héroes de la revolución tunecina y documenta los primeros pasos hacia la democracia del país norteafricano, que acaba de celebrar elecciones democráticas.

Más sutilmente, "On the road to downtown", de Sherif El Bendary, traza las vidas y anhelos de seis egipcios vinculados de una o otra forma a la plaza Tahrir, el símbolo de la revolución en Egipto, mientras "The Virgin, the copts and me" abre una ventana a la comunidad copta de ese país.

Otras cintas, como el documental "Yearning" de Lina Alabed, que expone la opresión de la mujer en Siria, abordan la libertad personal en sociedades machistas o dictatoriales.

"Nuestra selección de documentales da elementos para la reflexión sobre el cambio político, pero también hay otras películas que miran hacia los mundos privados y los aspectos más sutiles de la vida en Oriente Medio que no siempre son percibidos por los observadores políticos", subraya Hania Mroue, responsable de la programación árabe del festival de Doha.

Según Ammar, productor de "La vida de Brian" o "La Traviata", otro efecto positivo de las revueltas que podría tener un efecto de catapulta para el cine de la región es que "ahora ser árabe está de moda".

"Hemos dejado de ser 'los terroristas' para ser esa gente que ha hecho la revolución contra regímenes dictatoriales", reflexiona Ammar.

Para la actriz estadounidense Robin Wright, jurado en la competición de cine árabe del festival de Doha -hermanado con el Tribeca de Nueva York-, lo que está haciendo el Gobierno de Catar al crear una plataforma publicitaria y financiera para el nuevo cine de Oriente medio y el Norte de África "es también revolucionario".

"Más de la mitad de la población de los emiratos tiene menos de 25 años y este es el cine que va a inspirar a esa nueva generación", opina la actriz.

En cualquier caso, el ambiente revolucionario no parece estar contagiando a la población de Catar, uno de los países más ricos del mundo por sus reservas de petróleo, donde la falta de democracia se compensa, de momento, con un alto nivel de vida.

Mostrar comentarios