"El mundo para Ulises", un libro para ver el universo con los ojos de un niño

  • Con los años, los adultos perdemos la capacidad de sorprendernos por detalles aparentemente inexplicables, como que la luna no se caiga o que la luz parezca moverse casi instantáneamente.

Julia Bellone

Barcelona, 14 jul.- Con los años, los adultos perdemos la capacidad de sorprendernos por detalles aparentemente inexplicables, como que la luna no se caiga o que la luz parezca moverse casi instantáneamente.

Con el libro de divulgación "El mundo para Ulises" (Ed. Aguilar), Juan Carlos Ortega quiere volver a despertar la curiosidad científica que todos llevamos dentro, logrando que nos sorprendamos como niños con los misterios del universo.

Ulises es el hijo de cinco años de Ortega y, por eso, esta explicación del universo está escrita con la ternura y la paciencia de un padre que quiere transmitir a su hijo la emoción que le despierta cada descubrimiento científico, por tonto que parezca desde el presente.

El libro se divide en dos partes. En la primera, "el universo intuitivo" podemos leer como el ser humano llegó por observación a las conclusiones que todos conocemos: que la tierra es esférica, que nuestro planeta está en un sistema solar dentro de una galaxia o que la materia está formada por átomos muy pequeños.

Sin embargo, la segunda parte "el universo incomprensible" se embarca en la aventura de explicar a un lector sin conocimientos científicos las últimas ideas que el hombre ha tenido para explicar el cosmos: la teoría de cuerdas, el Big Bang o la existencia de múltiples universos.

En "El universo para Ulises" acompañamos a Demócrito, Aristóteles o Copérnico, pero no los conoceremos sólo como "genios" sino también como personas, con sus vicios, sus aficiones y sus manías.

Galileo Galilei, por ejemplo, fue uno de los científicos más prolíficos y brillantes de su época, pero también, al parecer, uno de los mejores clientes de las tabernas y burdeles italianos.

Henry Cavendish, un químico que nació en Niza en el 1731, fue la antítesis de Galileo, ya que era tan tímido que era incapaz de mirar a los ojos a nadie.

Sin embargo, Cavendish también fue la primer persona en darse cuenta de que el agua era un compuesto formado por oxígeno e hidrógeno y no un elemento esencial, como se creía desde los tiempos de Aristóteles.

En "El mundo para Ulises", Ortega no esconde su simpatía por algunos de los científicos, ni deja de criticar a algunos sólo porque fueran genios.

La admiración por las grandes mentes de la Humanidad y sus descubrimientos se mezcla con el humor para crear un libro que se lee fácil y que es el texto ideal para leer junto a esos niños que empiezan a hacer demasiadas preguntas.

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