José Jiménez Lozano: escriba, escribano y 'escribidor' en "Abram y su gente"

  • Roberto Jiménez.

Roberto Jiménez.

Valladolid, 4 dic.- Un conjunto de textos bíblicos ha convertido en literatura José Jiménez Lozano con "Abram y su gente", el último libro de un autor que se ha adentrado en las escrituras sagradas, ha dado fe de su vigor y actualidad, y recreado en sugerentes relatos: escriba, escribano y 'escribidor' a un tiempo.

Al uso de aquellas lecciones de Historia Sagrada que hasta hace no tanto poblaban los anaqueles de escuelas y hogares, Jiménez Lozano (Langa, Ávila, 1930) ha recontado vidas y aconteceres que han formado parte del imaginario cultural de varias generaciones, a la vez que enriquecido la historia, arte y cultura de toda una época.

"La Biblia inventa el narrar, y su influencia ha sido gigantesca en el mundo del arte y de la literatura, que han contado y recontado, y pintado o esculpido miles de veces sus historias", explica este narrador, galardonado con los principales premios de las letras hispánicas, en una entrevista con la Agencia Efe.

Las negaciones de san Pedro, las peripecias de Moisés, las desdichas de Ruth "La espigadora", las tribulaciones del profeta Jonás, el despiste de los discípulos de Emaús y el cinismo 'políticamente correcto' de Pilato son algunos de los pasajes que el autor abulense vuelve a contar, "como se ha hecho mil veces y se sigue haciendo", con rigor, amenidad y delicadeza.

No obstante, en su opinión, el rastro de la Biblia queda lejos de la sociedad y literatura modernas, donde "ya no se cuentan historias" y la realidad, la vida, ha sido trastocada por análisis científicos y psicológicos.

"El mero hecho de narrar es muy raro en nuestro mundo porque, como decía Flannery O'Connor, no quiere saber nada de historias, y porque, según Walter Benjamin, no habría nada que contar, lo que significaría que el vivir habría dejado de ser humano", ha reflexionado.

La Biblia, ha añadido, "denuncia a los falsos dioses, algo inaceptable para la modernidad, a la que cuestiona", otra razón más para entender la lejanía existente entre los tiempos de hoy y las sagradas escrituras: "vivimos un mundo irreal, fabricado desde una bondad barata y lo vamos a pagar", ha advertido.

Una de las consecuencias es el "Adanismo" o la sensación de que "el mundo está empezando ahora" cuando al menos tiene 5.000 años de cultura que no se tiene en cuenta, "el problema es muy serio", ha vuelto a avisar.

La actualidad de esos textos sagrados, la incógnita de su vigencia, quedan despejadas cuando el lector de "Abram y su gente" se ve reflejado en el destino de sus personajes, en las pasiones tornadizas y en la quebradiza condición humana de sus protagonistas, hasta convertirse en partícipe de los mismos.

"Quien leyó en la antigua Historia Sagrada el pasaje en que José es vendido por sus hermanos y lloró por ello, seguro que nunca hará lo mismo en su vida", ha puesto como ejemplo.

Al salir del obrador de Jiménez Lozano, Abraham, Isaac, Jacob, José, Ruth, Rebeca, Moisés, san Pedro y Jonás son presentados desde distintos ángulos, extrapoladas sus dudas, pasiones y adversidades a los tiempos que corren a través de sencillas reflexiones que, al final de cada uno de los veintisiete relatos, el autor pone en boca de los clientes y tertulianos de una barbería en una aldea rusa.

La palabra convertida en letra, sin más veladuras ni peajes de artificio, es la simple y sencilla receta de estilo que afronta el narrador al volver a contar estos episodios sagrados, porque "las historias verdaderas no entran por los ojos, sino por los oídos", explica Jiménez Lozano por boca de uno de sus personajes en el primero de los cuentos del volumen ("La compañía de cada día").

Todos los relatos de "Abram y su gente", protagonizados por personajes bíblicos, interrogan al hombre del siglo XXI, necesitado de certezas y también concernido por las mismas tribulaciones y flaquezas que sus antepasados tanto en la relación entre iguales como en su vínculo con la divinidad.

No es nueva esta premisa literaria de Jiménez Lozano, que ya ha desgranado con maestría en novelas cortas como "Sara de Ur" (1989), "El viaje de Jonás" (2002) y "El libro de visitantes" (2007), o en libros de cuentos como "Un dedo en los labios" con la semblanza de veintitrés mujeres del Nuevo y Antiguo Testamento.

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