Nadeem Aslam continúa indagando en el mundo islámico posterior al 11-S

  • Aunque ha vivido la mayor parte de su vida en Inglaterra, Pakistán es el territorio habitual de las novelas del escritor Nadeem Aslam y en su nueva novela, "El Jardín del hombre ciego", continúa indagando en el mundo islámico posterior a los atentados del 11-S, en este caso en la guerra de Afganistán.

Jose Oliva

Barcelona, 23 sep.- Aunque ha vivido la mayor parte de su vida en Inglaterra, Pakistán es el territorio habitual de las novelas del escritor Nadeem Aslam y en su nueva novela, "El Jardín del hombre ciego", continúa indagando en el mundo islámico posterior a los atentados del 11-S, en este caso en la guerra de Afganistán.

"La Historia es el tercer padre" es la primera frase de "El Jardín del hombre ciego" (Mondadori) y por esta razón la escritura de Aslam explora a fondo su propia herencia cultural, su riqueza y sus contradicciones, pero también los conflictos sociales, políticos y religiosos del Pakistán actual, dentro y fuera de sus fronteras.

En una entrevista con Efe, Aslam señala que siempre fija un objetivo literario antes de escribir, "siempre quiero hablar sobre algo en concreto, y a partir de ahí surgen personajes o situaciones que me ayudan a saber dónde esta la esperanza, la desesperación, la felicidad".

Si en "Mapas para amantes perdidos" quería hablar sobre asesinatos por honor y en "La casa de los sentidos" sobre Afganistán, en "El Jardín del hombre ciego" quería escribir alrededor de "la guerra del terror, contar qué ha pasado en la guerra de Afganistán en los últimos diez años".

En su nueva novela, Aslam continúa retratando los prejuicios, las intrigas, el racismo y el miedo; el choque de interpretaciones entre Oriente y Occidente, entre la religión y la modernidad secular; el impacto de la guerra sobre los individuos.

Escrita por un narrador omnisciente que da voz a varios personajes, la historia arranca en Pakistán (Punjab) con Gio y su hermano Mikal, que abandonan su casa para ir a la guerra de Afganistán, pero el primero muere en la batalla y Mikal, que no sabe de su muerte, emprende una denodada búsqueda para encontrarlo.

A medida que avanza, la narración se precipita hacia unas circunstancias vitales que van desvelando el pasado de la familia y el de su padre ciego, que vive atormentado por la muerte de su esposa y por los errores que cometió en nombre del islám.

"El libro parece que vaya sobre esa guerra del terror, pero a través de la guerra quería mostrar vidas humanas, la historia de dos amantes y ese final cuando su amante se encuentra con Mikal en el jardín que da título al libro y le dice: hace 479 días que no te veo y siento que he pasado por 479 guerras".

La novela narra con absoluta crudeza y verosimilitud la guerra de Afganistán y la intervención imperialista y, como el propio autor reconoce, "muestra un abanico amplio de comportamientos distintos, pero todo lo que está en la novela es cierto, aunque lo haya ficcionado, porque hay jóvenes que, como Gio, se iban a Afganistán dejando atrás a sus esposas, las viudas lo tienen complicado, o que hay soldados capturados violados por otros".

Aslam no quiere caer en la fácil depresión y prefiere dejar abierta la puerta a la esperanza: "Pakistán es un país de 66 años de historia, y si miráramos España, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia o Alemania con esa edad seguramente no estaban bien".

El autor anglopakistaní dedica su novela a esas personas anónimas, "profesores, miembros de ONG, de organizaciones de caridad, de entidades sociales a los que he conocido -señala- cuando por fin pude viajar a Pakistán, que a menudo se despiden de ti sin saber si los podrás volver a ver por la noche".

Percibe Aslam que "la religión no es el problema de Pakistán, sino las desigualdades", si bien no olvida que "cuando dispararon a Malala Yousafzai (la niña a la que atacaron por su activismo a favor de la educación de las niñas) lo hicieron en nombre de la religión".

Se muestra igualmente crítico con los talibanes, que han reducido la palabra yihad a una de sus acepciones, la guerra, pero "yihad alude también a otros significados, como sonreír a alguien falsamente o ser amable con alguien que sabes que es ruin". EFE.

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