Flor Novoneyra está formada por más de cien piezas inéditas realizadas por Lamazares en los dos últimos años entre Berlín y Madrid, en las que el autor fusiona su pintura con una selección de versos de Uxío Novoneyra traducidos al Alfabeto Delfín, un código inspirado en el abecedario occidental creado por Lamazares, que lo llamó así en homenaje a su padre.
La cultura rural hace de hilo conductor entre estos dos genios de las artes gallegas. El artista que quiso ser poeta encuentra en otro lo que él siempre quiso decir: "Una de las razones por las que preferí la pintura sobre la poesía es porque tantas cosas que pude haber escrito, ya las escribió Novoneyra", explica.
Además, refleja una conexión tras la que se encuentra la aldea, la infancia, las vivencias de dos hombres unidos a la naturaleza y a la poesía como vía de escape. "Quiero que mi testamento pictórico sea esta 'Flor Novoneyra' porque como él pienso que 'Inda é nova a Terra' (¡Y todavía es nueva la Tierra!) y que todo lo importante que tenemos que decir ya nos lo ha dicho ella", subraya.
Las pinturas de Lamazares, trabajadas como sueños, variaciones, brillos y capas están elaboradas a base de colores de la tierra, la luz y el imaginario sobre un soporte humilde, el cartón, trabajado como la tierra en la aldea: sementado, mojado y secado.
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