Rodrigo Hasbún defiende la "épica de lo mínimo" ante la literatura del "Boom"

  • El escritor boliviano Rodrigo Hasbún, autor de una primera novela, "El lugar del cuerpo", que ha irrumpido con fuerza explosiva en el mundo de las letras, prefiere la "épica de lo mínimo" a la "visibilidad y poder" de los escritores del "Boom".

Emilio J. López

Miami (EEUU), 15 nov.- El escritor boliviano Rodrigo Hasbún, autor de una primera novela, "El lugar del cuerpo", que ha irrumpido con fuerza explosiva en el mundo de las letras, prefiere la "épica de lo mínimo" a la "visibilidad y poder" de los escritores del "Boom".

Son precisamente los "alrededores" del fenómeno del "Boom" latinoamericano, antes que el "boom" mismo, los que suele frecuentar Hasbún (Cochabamba, Bolivia, 1981) como lector que reconoce su afinidad con escritores como el mexicano Juan Rulfo, el peruano Julio Ramón Ribeyro, el uruguayo Juan Carlos Onetti o los argentinos Manuel Puig y Juan José Saer.

Si bien le parece muy estimable la "convicción" con que los escritores adscritos al "Boom" se entregaron a su obra, lo que le aleja de éstos es su "voluntad de visibilidad y poder", señaló a Efe Hasbún, quien presenta el próximo sábado su novela en la Feria Internacional del Libro de Miami.

"A mí me atraen más los escritores discretos, los que prefieren escarbar en la épica de lo mínimo, los que se mueven en la sombra", explicó Hasbún.

Pero su criterio estético y quehacer literario están influidos, no en menor medida, por la música, del "grunge" a compositores como Leonard Cohen o Micah P. Hinson, un tipo de artistas -dice- que "con tan poco logran tanto".

Esa es la "lógica" creativa con la que se siente afín Hasbún, la de músicos, pintores y cineastas que, dijo, "usan casi nada y aún así conmueven y desestabilizan", la de aquellos cuya obra "respira un ritmo propio" y arriesgan.

Por eso, si Hasbún exige alguna virtud a la literatura es que esta sea "honesta, que incomode, que conmueva e involucre", una serie de cualidades que encuentra visibles en la literatura norteamericana, con escritores que "trabajan su propia experiencia sin miedo y sin ningún pudor".

En ese contexto se refirió a la "humildad" con que los escritores estadounidenses asumen la escritura y el "lugar más bien marginal que ocupan en el entramado social, una figura casi opuesta a la del escritor latinoamericano", opinó Hasbún, elegido en 2009 uno de los nuevos talentos literarios hispanoamericanos por la revista cultural "Zoetrope: All Story", del cineasta Francis Ford Coppola.

Tuvo palabras de reconocimiento para autores como John Cheever, Don DeLillo o Joan Didion, ésta última una escritora que lee y relee y cuyo último y "bellísimo" libro, "Blue Nights", aborda el asunto de la "fragilidad de una madre que pierde a su hija, la de la mujer que envejece irremediablemente".

También en "El lugar del cuerpo" (Alfaguara) el personaje principal lo encarna una mujer, Elena, de la que abusaba su hermano cuando era niña y que ahora, enferma y en la vejez, intenta entender el curso de su vida.

El tono y estilo de la novela, directo, alejado de toda solemnidad y hojarasca retórica, surgió de una forma natural en la primera versión, que escribió en apenas tres semanas.

"Fue de hecho lo que llegó primero y disparó la escritura", aseguró el autor, quien acaba de publicar un libro de cuentos titulado "Los días más felices".

Hasbún, que forma parte de una generación de escritores hispanoamericanos que han cultivado la "necesidad de desmarcarse, de inaugurar espacios disímiles y de buscar donde sea", indicó que ese rasgo generacional "parece ser un buen lugar de arranque, un ruido de fondo alentador".

En cualquier caso, dijo, en el empeño de seguir escribiendo, de persistir en la escritura, se adivina la tentativa de "preservar nuestros días más felices o de acostumbrarnos a la idea de morir".

Se trata de "inventarles variaciones" a nuestras dichas, porque "leer y escribir son una especie de celebración privada" que, en su caso, le devuelve "con fuerzas renovadas al mundo".

Un mundo del que no son ajenos los amigos de Cochabamba con los que creció, con los que viaja y se reúne a comer y beber en una "noche larga y grata", evocó.

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