López Simón, oreja y leve cornada del mejor toro de Cuvillo en Sevilla

  • El flamante diestro Alberto López Simón, que recibió esta tarde la alternativa, se llevó el único trofeo y resultó herido en la esperada corrida celebrada esta tarde en la Maestranza de Sevilla (sur de España), decimoquinta de abono.

Alvaro R. del Moral

Sevilla (España), 26 abr.- El flamante diestro Alberto López Simón, que recibió esta tarde la alternativa, se llevó el único trofeo y resultó herido en la esperada corrida celebrada esta tarde en la Maestranza de Sevilla (sur de España), decimoquinta de abono.

Se lidiaron seis toros de Núñez del Cuvillo, el primero jugado como sobrero, correcta aunque desigualmente presentados. El mejor de todos, por clase y duración fue ese sobrero. También tuvieron interés tercero y quinto. El resto no sirvieron.

Morante de la Puebla, de tabaco rubio y oro. Media estocada (silencio). Estocada habilidosa (silencio). Pinchazo y estocada en el que mató por López Simón (silencio).

José María Manzanares, de marino y oro. Pinchazo y estocada corta y atravesada (silencio). Pinchazo y estocada caída (ovación).

Alberto López Simón, de blanco y oro. Estocada corta (oreja tras aviso en el único que mató).

La plaza se llenó hasta la bandera en tarde fresca y entoldada. La cuadrilla de Manzanares -Trujillo, Curro Javier, Blázquez, Barroso y Chocolate- brilló al completo.

Al entrar a matar al primero, López Simón sufrió una "herida por asta de toro en cara anterior de muslo derecho tercio medio, que interesa musculatura de vasto interno presentando una trayectoria ascendente de siete centímetros" de pronóstico leve, según el parte firmado por el doctor Octavio Mulet.

ESTA VEZ NO PUDO SER

La corrida de esta tarde era el tercer y último gran acontecimiento de este abono abrileño y era Manzanares el que detentaba hoy la mayor responsabilidad para tirar de un espectáculo que se había montado, de alguna manera, como una suerte de mano a mano con Morante y en el que el toricantano López Simón tenía el encargo de abrir y cerrar la tienda.

Pero las cosas no salieron como se habían preparado. El nuevo matador tuvo la suerte de llevarse el mejor toro del envío de Cuvillo, que volvía a Sevilla después del indulto de 'Arrojado' en la pasada Feria de Abril.

Animoso, López Simón fue capaz de cuajar buenos momentos con ese 'cuvillo' cargado de calidad al que toreó más templado y natural cuando se puso de rodillas que cuando lo pasó de pie.

En cualquier caso, el torero supo agradar a la parroquia maestrante, que le jaleó todos los pasajes de una faena que brilló más y mejor por el lado diestro que por el más remiso pitón izquierdo del astado, que sí tuvo una gran duración.

Decidido a amarrar el triunfo, el nuevo matador se tiró con la espada con decisión y sufrió una cornada leve que no le impidió pasear la oreja con la que le premió el público. Poco después se supo que la anestesia le iba a impedir salir a matar el sexto.

Y a Manzanares fue la responsabilidad la que le pudo en una tarde en la que se le vio mucho menos fresco, menos despejado que en el recital de la preferia del pasado viernes.

Lidió con magistral mimo al tercero de la tarde, que fue picado con brillantez por Barroso y cuajado con los palos por un inspirado Trujillo. Noble y un punto distraidito, se le vino pronto a Manzanares en la muleta.

El alicantino encontró el mejor acople en la segunda serie de una faena muy medida en los tiempos que siempre se encontraba al borde de esa frontera que separa lo correcto de lo excepcional que se fue diluyendo a la vez que se apagaban las fuerzas del toro.

Manzanares instrumentó un variado recibo capotero al que hizo quinto, que remató con una inusual media con las dos rodillas en tierra. Lo bordó Chocolate en un sensacional segundo puyazo y reventó la plaza Curro Javier en un excepcional segundo tercio que hizo crujir la plaza y sonar la música.

Pero el torero que llegó después sembró algunas dudas con ese toro, correoso y con fondo duro, con el que no llegó a disfrutar en ningún momento en un largo trasteo, muy sobado, en el que brillaron un puñado de muletazos rotundos alternados con otros más atropellados.

Un cambio de mano y un molinete marca de la casa animaron en parte la faena pero la espada no le funcionó al alicantino, que despidió su gran feria con una calurosa ovación.

No fue la tarde de Morante de la Puebla, que también despachó el lote de menores posibilidades. El segundo, rebrincado de puro blando no le duró más de cuatro pases. Al cuarto, muy deslucido, sólo cabía matarlo. Y el desinflado sexto le permitió redimirse con un quite por chicuelinas y esbozar una faena que quedó en agua de borrajas. EFE

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