López Simón salva una tarde de toros desesperante en Colmenar Viejo

  • Javier López.

Javier López.

Colmenar Viejo, (Madrid), 26 ago.- El torero Alberto López Simón, que cortó las dos orejas al sexto toro, logró salvar así hoy una tarde desesperante por el muy deslucido juego del ganado en Colmenar Viejo.

FICHA DEL FESTEJO.- Tres toros -segundo, tercero y cuarto, éste como sobrero- de Los Eulogios, parejos de presentación, muy deslucidos segundo y tercero, y peligroso el cuarto; y otros tres -primero, quinto y sexto- de Antonio Palla, más serios y cuajados, sin fondo el primero, y "rajados" los otros dos.

Antonio Ferrera: pinchazo y estocada caída (silencio); y dos pinchazos y estocada (silencio).

Iván Fandiño: estocada con derrame (ovación); y estocada trasera y siete descabellos (silencio tras aviso).

Alberto López Simón: casi entera tendida y atravesada (ovación); y casi entera tendida y descabello (dos orejas tras aviso).

En la enfermería fue atendido de banderillero Javier Valdeoro de una fuerte contusión lumbar, de la que, tras descartarse lesión medular, fue derivado a un centro hospitalario para estudio radiológico y escáner. Pronóstico reservado.

La plaza tuvo casi tres cuartos de entrada en tarde espléndida.

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RAZA Y ENTREGA CONTRA LA MANSEDUMBRE

Una tarde abocada al fracaso desde que los veterinarios rechazaran cuatro de los seis toros anunciados de Los Eulogios. Un baile de corrales que no hacía presagiar nada bueno. Y tal y como pintaba el asunto en lo ganadero, así fue.

La corrida, remendada con cuatro astados de Antonio Palla, no sirvió en absoluto. El ejemplo está en que ni Ferrera ni Fandiño, dos de los toreros más en forma de la actualidad, pudieron hacer absolutamente nada en lo artístico.

Menos mal que el más joven de la terna, López Simón, rescató a última hora la tarde al cortar las dos orejas del sexto toro tras una faena de mucha raza, entrega y amor propio.

Fue ese toro un ejemplar manso, que al segundo muletazo se quería ir suelto, con el que López Simón, que bordó el toreo a la verónica, se metió al público en el bolsillo con los dos pendulazos y las dos series de rodillas con los que prologó la faena de muleta.

Ya de pie el mérito del torero fue robarle pases de mucha expresión y empaque por el pitón derecho. Eso si, pases de uno en uno por el defecto ya apuntado del astado de buscar constantemente la huida.

No obstante, la gente supo valorar el esfuerzo del madrileño, que no cesó en buscarle las vueltas a su antagonista hasta que surgieron tres tandas en redondo al hilo de las tablas de mucha arrogancia y exquisita interpretación, que pusieron los tendidos en pie.

El golpe de descabello tras la estocada no fue óbice para que cortara las dos orejas, abriendo así la Puerta Grande.

Antes, con el tercero, poco pudo hacer Simón con un toro que rehuyó siempre la pelea, reculando constantemente en busca del refugio de las tablas a la mínima afrenta del torero, que no paró de perseguirle durante toda su esforzada labor.

Ya está dicho que ni Ferrera ni Fandiño tuvieron tela que cortar. Ferrera llevó a cabo una primera faena de mucho mimo ante un toro sin fondo, con el que la gente, muy fría, apenas le tomó en cuenta, a pesar del compromiso que demostró durante todo su quehacer.

El sobrero que hizo cuarto, que arrolló y pisoteó en la espalda al subalterno Javier Valdeoro, fue un "pájaro" de cuidado, midiendo y viniéndose siempre al cuerpo, con el que el extremeño, tras un breve macheteo, no le quedó otra que abreviar.

El primero de Fandiño fue un toro muy protestado de salida por su escasa presencia y manifiesta falta de fuerzas. El de Orduña, sobre la base del temple, extrajo muletazos a media altura, que, aunque correctos, no llegaron a calentar.

En el quinto, manso y a menos, se perdió Fandiño con el descabello tras firmar algunos pasajes interesantes sobre el pitón derecho.

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