Los ecos de Juan Luis Galiardo reverberan en el Español

  • Mateo Sancho Cardiel.

Mateo Sancho Cardiel.

Madrid, 3 dic.- Familiares como su viuda, María Elías, compañeros de profesión como Juan Echanove o Santiago Segura, e incluso su entrenador de natación han querido celebrar hoy la vitalidad de Juan Luis Galiardo, que todavía reverberaba en el Teatro Español de Madrid meses después de su muerte.

El 22 de junio se iba uno de los galanes-truhanes del cine y el teatro españoles, un hombre al que, para hacer justicia, había que reírlo y no llorarlo. En el homenaje póstumo que su círculo más cercano ha realizado esta noche, algunas lágrimas se escaparon, pero sobre todo se rindió homenaje al arrollador positivismo del carácter del actor gaditano.

Una silla de camerino con el nombre del ausente en un escenario vacío abría un acto que tres horas después terminaba con Gabino Diego marcándose un rock and roll en su honor, mientras que su viuda, María Elías, desafiaba la emotividad de los asistentes reviviendo su voz para una de las escenas que compartían en "Las últimas lunas", la obra que le había ganado el apodo de "el Marcelo Mastroianni español".

"Suspiros de España (y Portugal)" o "Familia" en el cine, "Turno de oficio" en la televisión o "Antígona" en el teatro componían su legado artístico, pero hoy los invitados estaban escogidos por ser testigos de su cara más visible, la de verbo irrefrenable y genial incluso por teléfono, pero también la menos conocida, la de sus carencias y sus excesos.

"Un niño grande pidiendo ternura a gritos", según su hermana Soledad, que amenazaba diciendo "o me quieres o te atizo". Un hombre que, un día antes de morir, le dijo a su hija María, "hija mía, escenas no" y alguien a quien cuando le preguntaban que cuál era su cine favorito, cerraba la discusión diciendo: "el cine 'Callao'", según ha recordado Fernando Méndez Leite.

En un acto presentado por la actriz Carmen Conesa (que ha definido al actor como "poliédrico"), diseñado por Juan Carlos Rubio y en el que se ha visto el documental que le han dedicado José Luis García Sánchez y Pedro Costa, han ido subiendo al escenario numerosos rostros conocidos.

Juan Echanove, su compañero de "suspiros" y "caminos a la derecha", ha lamentado que Galiardo ya no estuviera entre los asistentes. "Cómo no lo voy a echar de menos", ha dicho mirando al cielo, aunque ha añadido: "Pero si estuviera vivo, tampoco estaría aquí. Estaría en el Ministerio derribando alguna puerta o en alguna manifestación clamando contra la subida del IVA".

Santiago Segura, que lo conoció en "Todos a la cárcel", de Luis García Berlanga, ha imitado y definido entre risas y nostalgia a Galiardo "como la representación más clara de lo que es la vida, la vitalidad. Por eso nos ha dolido tanto su muerte, porque nos recuerda que la vida se acaba".

Pero el homenaje de esta noche quizá haya sido más especial porque también se ha dado voz a nombres no tan evidentes, algunos incluso anónimos, con mucho que decir.

Quién mejor que su psicoanalista para hablar de sus verdades más ocultas. Con una carta desde Nueva York aportaba amargura a su perenne sonrisa de seductor y destacaba "su implacable compromiso con el deseo de encontrar la verdad sobre sí mismo", perdida entre sus múltiples personajes y su eficaz carisma de cara a la galería.

"Tenía el gen del entusiasmo y eso lo da la locura de vivir", resumía el escritor y periodista Juan Cruz, mientras que su entrenador de natación recordó ese tesón y su puntualidad que le hicieron campeón de España de este deporte para mayores de 60 años.

Su productora teatral, Chusa Martín, ha dado el discurso más lacrimógeno y sus compañeros de su último montaje para un escenario, "El avaro", de Molière, han recreado sus calentamientos antes de cada escena y han asegurado que "si viniera un extraterrestre y preguntara qué es un humano, le dejaríamos una hora con Juan Luis Galiardo".

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