Los músicos reconocen que no denunciaron antes las prácticas de Millet por miedo

  • Barcelona.- Los músicos catalanes que sabían de algunas de las irregularidades que se producían en el Palau de la Música reconocen que no habían denunciado antes la situación por "miedo", puesto que Félix Millet actuaba con "poder absoluto" y si hacían alguna crítica, "quedaban fuera del sistema".

Los músicos reconocen que no denunciaron antes las prácticas de Millet por miedo
Los músicos reconocen que no denunciaron antes las prácticas de Millet por miedo

Barcelona.- Los músicos catalanes que sabían de algunas de las irregularidades que se producían en el Palau de la Música reconocen que no habían denunciado antes la situación por "miedo", puesto que Félix Millet actuaba con "poder absoluto" y si hacían alguna crítica, "quedaban fuera del sistema".

Trescientas nueve entidades, compositores y músicos como Albert Guinovart, Alberto García Demestres, Joan Albert Amargós, Jordi Roch o Xavier Benguerel han firmado un manifiesto, que han dado a conocer hoy públicamente, en el que critican la gestión de Millet al frente del Palau durante treinta años.

Después de la lectura del texto, el catedrático de Historia de la Música de la Universidad de Barcelona, Xosé Aviñoa, ha señalado que ahora el sector ha perdido el miedo. "Antes, la gente sabía pero callaba", ha apostillado.

Por su parte, la periodista Mònica Pagès, artífice del documento, ha remarcado que durante años el poder de Millet fue absoluto. "No existía ninguna corriente crítica, y además teníamos mucha dificultad para acceder a los medios de comunicación. Había miedo por este poder absoluto y por la gran influencia que tenía".

Aviñoa, que ha recordado que una vez recibió una llamada del Palau por haber citado en un artículo en el Avui que el ex máximo responsable del Palau también era vicepresidente de la fundación del Barça, ha agregado que "si alguien denunciaba algo, quedaba fuera del sistema".

A pesar de ello, Pagès ha dado a conocer que hubo algunas voces críticas, como la del fallecido Ernest Lluch, quien en el año 2000 publicó un texto en La Vanguardia en el que cuestionaba las cifras que se manejaban para la reforma del edificio modernista.

Todos los que han participado en el acto de hoy han coincidido, asimismo, en que estos hechos deben servir para que el Palau vuelva a ser "el templo de la música catalana" y han llegado a pedir que se convoque un concurso internacional para crear la plaza de un nuevo director artístico.

A la vez, han subrayado la necesidad de que los colectivos musicales que ya trabajan en el Palau, como el Orfeó o el coro de cámara, "víctimas de la negligencia y de unas condiciones laborales precarias", en el futuro "puedan pasar a trabajar en unas condiciones más óptimas".

El compositor Xavier Benguerel se ha sumado al debate aseverando que el Palau "hace años que era un palacio, pero sin alma, vacío", y ha recordado que en sus escenarios habían actuado músicos como Strauss, Stravinsky, Pau Casals o Rubinstein.

En cambio, con el paso del tiempo, la institución "ha sufrido una caída y una crisis profunda que ahora ha explotado".

El músico, que ha echado en falta una política de promoción de nuevos valores de la música catalana, ha advertido, además, de que "si no cambia la dirección del Palau de forma radical la institución puede caer en una situación parecida a la actual".

Albert Guinovart ha rematado afirmando que el Palau ha sido durante mucho tiempo "un local de alquiler, donde lo que menos importaba era la música", y ha pedido que a partir de ahora se recupere la música catalana o se hagan encargos, con criterio, a los compositores que despuntan.

Jesús Rodríguez Picó, otro de los compositores presentes en el acto, ha opinado que los nuevos programadores deben tener la obligación de pugnar por los grandes nombres internacionales y, a la vez, cuidar de los músicos que son poco conocidos.

Su argumentación, sin embargo, no ha acabado con estas consideraciones y ha dicho que los políticos actúan con demasiada "precaución" frente a las figuras emergentes por un tema de rentabilidad económica, que, a su juicio, no debería primar por encima de otros, como los de la calidad.

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