Los secretos de la mafia japonesa al descubierto

  • Jake Adelstein ha trabajado durante años persiguiendo los crímenes de la Yakuza, la mafia japonesa, como reportero. Está amenazado de muerte por haber desenmascarado a uno de los máximos mafiosos japoneses y presunto informante del FBI a la vez. Ahora lo cuenta todo en el libro "Tokyo Vice", aún no traducido al castellano.
"Tokyo Vice" descubre los secretos de la Yakuza, la mafia japonesa
"Tokyo Vice" descubre los secretos de la Yakuza, la mafia japonesa
Portada del libro editado por Random House
Justin McCurry | GlobalPost

(Tokio, Japón). Al mundo no le faltan periodistas dispuestos a arriesgar la vida para escribir el reportaje de su vida. Aunque normalmente no están en las tranquilas calles de Tokio. Pero bueno, la mayoría de los periodistas que trabaja en Japón tampoco tiene un currículo como el de Jake Adelstein.

Me quedó mucho más claro cuando lo entrevisté por primera vez. Adelstein es un ex reportero especializado en noticias sobre crímenes del Yomiuri Shimbun, el periódico más vendido del mundo, y autor de uno de los libros de Japón más comentados últimamente en Estados Unidos.

Me pasó a buscar Mochizuki-san, un ex jefe de la Yakuza (mafia japonesa) que actúa como su mentor y guardaespaldas. Me llevó a una casa y esperé en una habitación oscura, con un tatami en el suelo, y el aire cargado con el humo de los cigarrillos aromáticos de Adelstein.

Me pregunté si no habría exagerado un poco con las medidas de seguridad… y rápidamente cambié de opinión. Adelstein es un hombre marcado. Se lo ha ganado gracias a su admirable –y algunos dirían temeraria- determinación por desenmascarar a uno de los mafiosos más poderosos de Japón e informante del FBI.

Hoy, un año y medio más tarde, Adelstein, de 40 años, disfruta los elogios de la crítica por su obra "Tokyo Vice: an American reporter on the police beat in Japan" (El crimen en Tokio: un reportero estadounidense y la actividad policial en Japón), donde narra sus día a día mientras descubría las oscuras entrañas del país.

El libro detalla la historia de Tadamasa Goto, jefe de un grupo afiliado al crimen organizado de Yamaguchi-gumi que habría ofrecido información al FBI a cambio de un visado para ir a EEUU a someterse a un trasplante de hígado en 2005. "[Goto] era como el premio gordo de la lotería en temas de espionaje", afirma Adelstein.

Los amigos de Goto no vieron nada bueno en los planes de Adelstein. "Cárguese la historia o nos lo cargaremos a usted", le dijeron en una cafetería en un hotel de Tokio. "Y a su familia también", añadieron.

Después verificar la información, el Washington Post publicó la historia de Adelstein en mayo de 2008. La mayoría de los medios de comunicación japoneses recibieron la noticia con cierta indiferencia.

En el libro, Adelstein explica con detalle su enfrentamiento con Goto y aborda otros hechos destacados de su carrera de reportero –entre ellos, el asesinato de Lucie Blackman, una británica que trabajaba en un bar de Tokio- siempre aportando detalles jugosos y, cuando es necesario, una pequeña dosis de humor negro.

Adelstein ha realizado una exitosa gira de promoción del libro en EEUU, donde ha aparecido en dos destacados programas de la televisión estadounidense. Ahora se prepara para hacer lo mismo en Europa y no oculta su frustración por no encontrar una editorial para publicar la versión japonesa.

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Adelstein cree que es en su país de adopción donde el libro realmente tendrá impacto; y también entre los funcionarios de policía que verán cómo los criminales y mafiosos están protegidos por las leyes del crimen organizado. Si Japón tuviera una normativa similar a la de EEUU contra el crimen organizado, sería un "desastre" para la mafia japonesa, según él. "El gobierno tendría entonces una ley para allanar oficinas, edificios, empresas, incautarse activos… en resumen, los dejaría arruinados".

La incapacidad de la policía japonesa para actuar con el mismo vigor que lo hacen las fuerzas de seguridad en EEUU ha permitido que la mafia esté "tan arraigada en los mercados financieros que podría poner en peligro los propios fundamentos de la economía japonesa", declara Adelstein.

Las amenazas contra él parecen haberse moderado después que Goto anunciara que se recluiría en una comunidad budista. Pero Adelstein tampoco se relaja. Avisa a la policía de Tokio de sus movimientos y Mochizuki-san es prácticamente su sombra. "Si Goto realmente no está molesto conmigo, entonces quizás mi vida pueda volver a la normalidad en un par de meses", reflexiona.

Sin embargo, está convencido de una cosa: nunca habría quedado en paz consigo mismo si hubiese aceptado los 50.000 dólares que le ofrecieron las altas esferas de Yamaguchi-gumi para ocultar el escándalo."Tenían miedo de que creara una mal precedente y les hiciera aparecer como gestores inútiles", señala. "Pensé en ello mientras me fumaba mi cigarrillo. Pero uno no quiere ser propiedad de esos tíos. Mi honor y mi dignidad valen al menos un millón de dólares", sentencia.

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