Lucía Puenzo se saca de dentro "lo que da más miedo" en "El médico alemán"

  • Alicia G.Arribas.

Alicia G.Arribas.

Madrid, 7 oct.- La directora de cine argentina Lucía Puenzo, ganadora de más de una veintena de premios con su cinta de debut "XXY" (2007), arremete contra sus propias dudas y miedos en su tercer largometraje, "El médico alemán", donde se zambulle en la impunidad de los nazis que vivieron ocultos en Latinoamérica.

"Necesitaba entender cómo ocurrió, por qué tanto jerarca nazi se evaporó en toda Latinoamérica, y me veo desde la adolescencia, me recuerdo a los quince años leyendo material sobre esto, cómo pudo pasar, cómo funcionaron aquellos entramados tan complejos y con Gobiernos enteros involucrados", confiesa en una entrevista con Efe.

Basada en la novela "Wakolda" escrita por esta joven bonaerense en 2011, "El médico alemán" habla, en realidad, de Josef Rudolf Mengele, "el ángel de la muerte", sádico médico alemán que formó parte de las SS hitlerianas y criminal de guerra, prófugo que se escondió en Argentina, Paraguay y Brasil, donde murió en 1979 a los 67 años.

"Cuando escribo, escribo lo que a mí me genera miedos, lo que no entiendo; no estoy pensando en la denuncia, sino que escarbo en lo que me pasa y después si eso trae consigo ruidos o lo que sea, pasa después, no es especulación de antemano sino algo que no acababa de entender y, supongo, necesitaba hacerlo", explica la autora.

Puenzo, hija, hermana y esposa de cineastas y escritores que ha visto traducidas sus cinco novelas a varios idiomas, desvela que, una vez escrita "Wakolda" (el nombre de una muñeca imperfecta, la preferida de la niña que protagoniza la historia), se dio cuenta de que "era diferente a las otras".

"Ésta novela quería sacármela de encima cuanto antes, notaba que había algo muy pesado y tóxico en ella, y era por haber estado en contacto con 'eso'", indica.

"Eso" es una mezcla de temas duros: el fanatismo, el nazismo, la impunidad, la connivencia con el poder, la ética médica y el autoengaño del entorno social de los monstruos, familias enteras que sabían y fingían no saber.

En la película, Puenzo recrea una de esas familias que le sirve de crisol para contar un montón de cosas que sí pasaron.

"Entraban con pasaportes de la Cruz Roja, otros expedidos por el Vaticano; fue complejo y siempre me pareció cuanto menos curioso que se hubiera hablado tan poco de un tema como este", reflexiona.

Todo lo que está en la película, sucedió, afirma: "Él siguió investigando con mujeres embarazadas, con niños, con hormonas de crecimiento".

La historia comienza cuando un hombre alto, rubio, ojos azules y acento alemán (Alex Brandemühl) se encuentra con la familia de Enzo (Diego Peretti) y Eva (Natalia Oreiro -espectacular hablando alemán aprendido de oído para la película-), ella embarazada, y con sus hijos, entre ellos Lilith (Florencia Bado), que aparenta menos edad de la que tiene.

Juntos llegan a Bariloche, donde la familia quiere explotar un hotel situado a orillas del lago Nahuel Huapi, situado frente a un edificio al que constantemente llegan y parten hidroaviones cargados de personas que sufren operaciones, algo que pasó de verdad en esta zona de los Andes argentinos.

La impunidad de Mengele fue tal, cuenta Puenzo entre indignada y horrorizada, que mientras vivió en Buenos Aires llegó a figurar en la guía telefónica con su nombre auténtico; "se le vio en fiestas con Perón, con una total connivencia con el poder político, y era dueño de una empresa farmacéutica".

También está documentado, explica la autora, que el nazi tenía vinculación con las muñecas de porcelana (el padre ficticio las fabrica artesanales).

"Parece que las regalaba como símbolo del nazismo en el exilio, aunque para muchos historiadores eso queda en el terreno del mito. Eso también es muy tremendo para mi; pensar que un tipo así siguiera trabajando con cuerpos de porcelana".

Mengele, resume Puenzo, "es como el exponente perverso y fanático de un montón de dilemas éticos que siguen ahí dando vueltas y que son muy actuales, de cruces de umbral con la ética médica".

Este largometraje, que peleará por Argentina para entrar en los Óscar de este año, cuenta con "las mismas 25 personas" con que hizo "XXY" y "El niño pez" (2009) y que no son otros que su familia: su padre, Luis, y su hermano, Nicolás, entre ellos.

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