Lucio Dalla, el maestro de la voz rota

  • Lucio Dalla creó con su voz rota una escuela entre los intérpretes de varias generaciones, aunque su estilo y sus composiciones siempre se mantuvieron alejadas del prototipo de cantautor romántico que ha triunfado durante décadas dentro y fuera de Italia.

Carlos Gosch

Redacción Cultura, 1 mar.- Lucio Dalla creó con su voz rota una escuela entre los intérpretes de varias generaciones, aunque su estilo y sus composiciones siempre se mantuvieron alejadas del prototipo de cantautor romántico que ha triunfado durante décadas dentro y fuera de Italia.

La singularidad de Dalla -fallecido hoy a los 68 años- comienza en sus orígenes musicales como clarinetista de los Flippers, un grupo de jazz que desempañaba su actividad en Roma, adonde Lucio se había trasladado desde su Bolonia natal.

Cuenta la biografía de Dalla que su debut como cantante se produjo en 1964, cuando el gran Gino Paoli se propuso hacer de él "el primer cantante soul italiano".

Hay que recordar que por entonces los italianos aún no rompían la voz de manera sistemática al cantar. Dalla fue un pionero en un estilo utilizado después por decenas de intérpretes, entre los que pueden incluirse Umberto Tozzi, Vasco Rossi, Ligabue o el español Sergio Dalma.

Casi una plaga a la que Franco Battiato aludía en la letra de una de sus canciones de los años ochenta: "Cuántos cantantes enfadados que deberían dejar de fumar".

Dalla editó su primer álbum ("1999") en 1966, pero dio el gran salto en 1970 en -cómo no- el Festival de Sanremo, eterno escaparate de la canción italiana, donde presentó un tema que lleva como título su fecha de nacimiento "4/3/1943", aunque el publico lo bautizó como "Gesù Bambino" ("Niño Jesús").

El físico de Dalla no era el de un apuesto intérprete melódico y el cantautor boloñés jamás trató de aparentar lo que no era: sus puestas en escena tuvieron un toque extravagante, nada convencional que a veces dejaba perplejo al público.

A partir de 1977, tras poner fin a una colaboración de cuatro años con el poeta también boloñés Roberto Roversi, comenzó a escribir sus propios textos y comenzó una nueva etapa artística.

Como letrista -e italiano- Dalla no rehuye el amor como gran tema -su último álbum, recientemente publicado, se llama "Questo è amore"-, pero también aquí hay que apreciar que tratara de escapar de los enfoques repetidos.

Tanto que era capaz de aludir a "el amor silencioso de los peces" en "Henna", el tema que daba título a su álbum de 1993.

Por aquel entonces ya había traspasado fronteras con su canción icono, "Caruso" -nueve millones de copias vendidas en todo el mundo-, inmortalizada por el mismísimo Luciano Pavarotti.

Dalla siempre tuvo una capacidad innata para asociarse. Con su amigo Gianni Morandi recorrió Europa en los ochenta en una gira de la que da testimonio un álbum, adaptado al español por Víctor Manuel.

El cantautor boloñés también colaboró con Ana Belén, con la que grabó una versión de "Caruso", entre otros temas.

Incluso consiguió que Marcello Mastroianni recitara un par de frases en "Cinema", un "cameo" que figuraba entre los mejor del álbum "Henna".

Al llegar a su madurez, Dalla era una indiscutible referencia artística en su país, donde en los noventa logró grandes éxitos como "Attenti al lupo", una composición de Ron en la que se abría a los ritmos del reggae, y que tuvo una versión en español.

Pero después de medio siglo de actividad, Dalla no había tenido suficiente. Hace unas semanas volvió al Festival de Sanremo y el pasado día 27 emprendió en Suiza una nueva gira.

Solo le ha dado tiempo a ofrecer dos conciertos. Aunque es posible que la gira siga en algún lugar, porque Dalla aseguraba que "la muerte es solo el primer acto".

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