Luppi asegura que en el mundo caníbal "que vivimos", exhibir principios comporta un peaje

  • Madrid.- Federico Luppi, que estrena en España el próximo 25 de febrero la comedia "Cuestión de principios", dirigida por el argentino Rodrigo Grande, está convencido de que "en el mundo que vivimos de crueldad y canibalismo, portar, exhibir y practicar principios comporta un peaje muy duro".

Luppi asegura que en el mundo caníbal "que vivimos", exhibir principios comporta un peaje
Luppi asegura que en el mundo caníbal "que vivimos", exhibir principios comporta un peaje

Madrid.- Federico Luppi, que estrena en España el próximo 25 de febrero la comedia "Cuestión de principios", dirigida por el argentino Rodrigo Grande, está convencido de que "en el mundo que vivimos de crueldad y canibalismo, portar, exhibir y practicar principios comporta un peaje muy duro".

Convencido de que los principios han lastrado la capacidad para el cambio de la clase media de su país, asegura que "hay un 'principismo' en la vida que, si uno tiene capacidad de desarrollar actitudes positivas y vencedoras, se convierte en un lastre absolutamente impracticable".

"Me gustaría, de verdad, como deseo -expresa en una entrevista con EFE-, que en el mundo actual cada vez campeasen más los principios de la ética y de la moral, que están tan ausentes".

Luppi, a punto de cumplir (el próximo 23 de febrero) los 75 años, ha presentado esta mañana en Madrid "Cuestión de principios", una comedia en la que su personaje, Adalberto Castilla, se ve en el dilema de demostrar a un jefe yuppi y joven que "no todo en la vida se compra con dinero".

Basada en el cuento homónimo de Roberto Fontanarrosa, "Cuestión de principios" reúne a Luppi y a Norma Aleandro ("El hijo de la novia", "El faro del sur"), y les suma a un estupendo Pablo Echarri ("Plata quemada", "El método") en el papel del jefe, Silva.

Cuando el nuevo gerente descubre que Castilla, un empleado a punto de jubilarse que mantiene costumbres ancladas en el pasado, posee la única revista que le falta para completar una colección, intenta socavar la voluntad del anciano ofreciéndole sexo y mucho dinero, lo que alienta los deseos de su familia, que vive sin lujos la típica vida de la clase media.

"Hay en Castilla, como en tanta gente en la vida actual, comportamientos congelados que ocultan la incapacidad para el cambio. Creo que la juventud tiene una visión más realista, no siempre compartible, pero sí más pragmática", reflexiona.

"Y sí, -añade el veterano actor- todos tenemos un precio", pero sin olvidar que "si un político fuera recto, honesto, sabio y no chorizo, tendría un doble mérito", dispara.

Para Rodrigo Grande, que ya trabajó con Luppi en "Presos del olvido" (2001), que se vio en España en 2003, dirigir esta comedia que combina "el dilema moral con una historia de afectos, rutinas y sueños perdidos" ha supuesto "replantearse mucho en qué consisten los principios".

"Desde que escribimos la película -hasta su fallecimiento, Fontanarrosa colaboró en los guiones- estoy preguntándome para qué están los principios, cómo se forman y por qué uno los tiene para usarlos o descartarlos, pero no por aferrarse a algo inútil, como le pasa a Castilla".

A Castilla, explica, "lo inmovilizan los principios (...), vive pontificando, no puede decir malas palabras; no tiene una vida propia porque trata de ser otro para que lo admiren".

Según el director, este segundo largometraje es una comedia romántica "con toques" de cine de los años cincuenta de Hollywood, "algo de Aristaráin, un poco de Sabina y otro poco de Billy Wilder".

"No creer en nada puede ser nihilista, pero prefiero no creer en nada antes que creer en cosas que no son mías", zanjó el director en declaraciones a EFE.

Luppi, que cuenta con más de cien títulos, entre cine y televisión, y también es hombre de teatro, asegura que no tiene prisa en jubilarse.

"Me gusta que el trabajo que hago sea creativo y eso lo consigo con gente más audaz y más joven. Nunca estaré satisfecho con lo que hice -confiesa-, creo que hay cosas que hice que no debía haber hecho, y sí, me queda el mundo, la vida, por hacer, hay tanto por hacer...".

Con más de cuarenta años de profesión, este argentino nacionalizado español hace ya siete, cita a Borges, Ortega y Gasset, Bertol Brecht o Benedetti, para explicar "que uno es uno y sus circunstancias", o que "la moral y la ética dependen de las condiciones del combate" y que las situaciones en las que uno se encuentre en la vida son las que marcan los principios.

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