"Manos Sucias", la intimidad del narcotráfico colombiano premiada en Tribeca

  • Recién coronado como mejor director novel del Festival de Tribeca, Josef Wladyka, nacido en Estados Unidos pero con sangre polaca y japonesa, viaja al primer eslabón de la cadena del narcotráfico en Colombia en "Manos Sucias", una sostenida odisea de dos adolescentes producida por Spike Lee.

Mateo Sancho Cardiel

Nueva York, 25 abr.- Recién coronado como mejor director novel del Festival de Tribeca, Josef Wladyka, nacido en Estados Unidos pero con sangre polaca y japonesa, viaja al primer eslabón de la cadena del narcotráfico en Colombia en "Manos Sucias", una sostenida odisea de dos adolescentes producida por Spike Lee.

Las sofisticadas tramas del mundo de la droga vistas en el cine en filmes como "French Connection" o "Traffic" tienen un reverso íntimo, pobre y casi inocente que ahora se ve en "Manos Sucias", el proyecto que Wladyka llevaba años acariciando hasta que Spike Lee, su profesor en la New York University (NYU), le dio una beca para llevarlo a cabo.

"La gente conoce Medellín, conoce las tramas en México y nosotros de ninguna manera podemos aspirar a entender o a encontrar respuesta al problema del narcotráfico. Es un tema internacional, algo que sucede en todo el mundo, así que queríamos enseñar una rama muy específica que sucede en Buenaventura (en la costa del Pacífico), que es el epicentro del comienzo de gran parte del narcotráfico y que atrapa a mucha gente joven", explica a Efe Wladyka.

El filme, primo pobre pero talentoso de otro que causó sensación a principio del siglo XXI, "María Full of Grace", retrata la violenta colisión entre inocencia y destrucción de dos adolescentes que trasladan un cargamento de cocaína por los ríos selváticos cerca del puerto de la citada localidad.

El jurado de Tribeca se rindió ayer a sus pies. "Hemos elegido a un director cuyo viaje ha sido realmente un ejemplo para todos nosotros sobre el compromiso con el proceso de desarrollo e investigación en un filme", reconoció al otorgarle un galardón dotado con 50.000 dólares.

"Sentimos esta película como una obra que abre los ojos, que nos transporta a un lugar diferente, estimulando nuestro pensamiento, permitiéndonos meditar sobre la relación entre la violencia y la circunstancia", concluyó el jurado, reacción a la que el director, tímido, solo dice "me parece bien".

"Manos Sucias", que el realizador describe como una cinta "más de comportamientos que de diálogos", comienza como una chiquillada pero acaba con un reguero de sangre silencioso pero imparable, señal de una olla a presión que acabó explotando el 21 de marzo con una intervención militar como consecuencia del incremento de la violencia en la zona.

Wladyka rodó la película justo antes, y todo saltó a los medios cuando estrenaba el filme en el Festival de Cartagena de Indias.

El joven realizador, que habla un limitado español, había quedado fascinado por la complejidad social de Colombia cuando viajó allí como mochilero con unos amigos y decidió que quería hacer una película sobre Buenaventura.

Allí reclutó a dos actores, Jarlin Javier Martínez y Cristian James Abvincula, que dotaron a los diálogos del sabor local y a los personajes del realismo de vidas atravesadas por una mezcla de tragedia, virulencia y pureza.

"Para mí la película es sobre la pérdida de la inocencia de estos chicos ingenuos que ríen, que bailan... Pero cuando la sangre corre, la inocencia muere. Ese es el ciclo", dice el realizador, quien asumió el reto técnico de rodar en escenarios naturales y de apostar por un tono de herencia documental pero con sentido del entretenimiento y la tensión.

"Sabíamos que iba a ser una película muy difícil de hacer, porque Buenaventura es un lugar complicado por muchas razones, donde no hay infraestructura cinematográfica. Pero mientras viajaba por la región y hablaba con la gente sobre lo que pasaba, cómo es un lugar olvidado, más me daba cuenta de que era una película que teníamos que hacer", asegura.

"Una historia que había que contar y no glamourizar, enseñar la pieza de este ciclo que sucede y que atrapa a chicos muy jóvenes. Algo que empezara una conversación e hiciera a la gente pensar", añade el director, quien ha contado con el apoyo de una excelente labor de fotografía de Alan Blanco y una emocionante reunión de cantos religiosos y populares colombianos.

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