Manzanares y Perera salen a hombros y Morante cuaja una gran faena en Cuenca

  • Los diestros José María Manzanares y Miguel Ángel Perera salieron hoy triunfadores del primer festejo de la feria de San Julián de Cuenca, en el que Morante de la Puebla protagonizó una gran faena al cuarto toro, premiada con un sólo apéndice por culpa de la cicatería del palco.

Cuenca, 23 ago.- Los diestros José María Manzanares y Miguel Ángel Perera salieron hoy triunfadores del primer festejo de la feria de San Julián de Cuenca, en el que Morante de la Puebla protagonizó una gran faena al cuarto toro, premiada con un sólo apéndice por culpa de la cicatería del palco.

FICHA DEL FESTEJO.- Tres toros -primero, quinto como sobrero y sexto- de Torreherberos y otros tantos -segundo, tercero y cuarto- de Torrehandilla, parejos de hechuras y cómodos por delante, y de juego variado, aunque ninguno de los seis acabó de "romper" lo suficiente.

José Antonio "Morante de la Puebla": pinchazo y estocada (silencio); y estocada baja (oreja con petición de la segunda).

José María Manzanares: estocada (oreja); y gran estocada (oreja).

Miguel Ángel Perera: dos pinchazos y otro hondo (ovación); y estocada (dos orejas).

Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria del que fuera asesor de presidencia de la plaza de toros de Cuenca, Fernando Tévar, recientemente fallecido.

La plaza rozó el lleno en tarde espléndida

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MANZANARES Y PERERA TRIUNFAN, Y MORANTE CAUTIVA

La primera de faena de Morante no tuvo apenas historia. El toro, sin fuerzas, perdía las manos cada dos por tres, sino se derrumbaba, motivo por el que el sevillano se dobló brevemente con él antes de irse a por la espada.

En el cuarto, en cambio, llegó lo grande. Una faena marca de la casa de Morante de la Puebla, que no brilló con el capote, pero sí con la franela en una labor de gusto, aroma, y suma lentitud en la interpretación, donde se le vio a gusto de verdad, enronscándose al toro en cada muletazo.

Le cambie el semblante al Morante, y eso trasciende a la gente, que quedó boquiabierta cuando realizó en desplante rodilla en tierra ya en las postrimerías de faena. La espada cayó baja, posiblemente el motivo por el que el presidente le denegó el segundo apéndice.

Manzanares cortó la primera oreja de la tarde al segundo toro, primero de su lote, al que cuajó muy bien de capote y al que aprovechó convenientemente en la muleta en una faena de belleza y profundidad hasta que su alegre y pronto antagonista acabó rajándose.

Otra oreja paseó Manzanares del cuarto, premio, sobre todo, por la gran estocada final ya que la faena, llena de desajustes y precauciones, tampoco fue lo que se dice lucida, también por la poca clase del astado, que complicó mucho la labor del alicantino.

Perera mostró en su primero su gran nivel. Faena de tenacidad y sapiencia ante un toro que no se definió de salida y al que el extremeño fue metiendo poco a poco en la muleta para acabar firmando una meritoria labor.

Antes se había lucido Perera en unas verónicas a pies juntos en el recibo y en un inmenso quite de hasta siete chicuelinas tras el tercio de varas. Muleta en mano imprimió temple y mando a su quehacer para ir ahormando la embestida de un astado que se movió sin clase. Pudo haber "tocado pelo", pero la espada no fue su aliada.

En el sexto sí le funcionó la tizona a Perera, que volvió a protagonizar una notable faena en la que se jugó el tipo de verdad en un sincero arrimón. Cortó dos orejas.

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