Marcela Serrano advierte a las mujeres que mantengan "los ojos muy abiertos"

  • Marcela Serrano reúne en su última novela a diez mujeres, quienes sin ningún pudor se desnudan una a una en una sucesión de monólogos que le sirven a la escritora chilena para reflexionar sobre el rol femenino y advertir que aún hoy, en el siglo XXI, las mujeres deben estar con "los ojos muy abiertos".

Mercedes Bermejo

Madrid, 19 sep.- Marcela Serrano reúne en su última novela a diez mujeres, quienes sin ningún pudor se desnudan una a una en una sucesión de monólogos que le sirven a la escritora chilena para reflexionar sobre el rol femenino y advertir que aún hoy, en el siglo XXI, las mujeres deben estar con "los ojos muy abiertos".

Fiel al mundo femenino Marcela Serrano vuelve a él una vez más y publica "Diez Mujeres", 20 años después de su primera novela, "Nosotras que nos queremos tanto" (1991), pero en esta ocasión en lugar de reunir a un grupo de mujeres amigas contándose historias, la autora decidió enfrentarlas a su terapeuta.

"Los tiempos están tan duros, el mundo está tan feo que correspondía más que fueran pacientes alrededor de una psiquiatra que amigas instaladas frente a un lago de vacaciones contando historias", aseguró en una entrevista con Efe la autora, que reconoce la influencia que tuvo en ella el psicoanálisis argentino, a la hora de pensar en la estructura de la novela.

La autora de "Lo que está en mi corazón" o "El albergue de las mujeres tristes" quería comprobar tras dos décadas de carrera "la coherencia" de su obra ligada a la defensa de la mujer.

"Hace veinte años publiqué mi primera novela donde planteé que todas las mujeres teníamos la misma historia que contar", recordó Serrano.

Ahora, convencida del poder curativo de contar historias tanto para "el que las cuenta como para el que las escucha", la autora se sirve de nueve mujeres, muy distintas entre sí y que nunca se han visto, para dar voz a los problemas femeninos actuales.

Se trata de Francisca, Mané, Juana, Simona, Layla, Luisa, Guadalupe, Andrea, Ana Rosa y Natasha (la décima mujer, la terapeuta), de origen ruso y judío, que ha pasado toda su vida buscando a una medio hermana, Hanna, y quien finalmente las dejará volar solas.

"La rabia" que le provocó los casos de pedofilia en la Iglesia católica sirvieron a Serrano para abordar la violación de menores construyendo el personaje de Ana Rosa, una pequeña que en el seno de una familia católica sufre abusos de su abuelo y quien descubre que su madre también fue víctima de los mismos.

"Este personaje es una denuncia", subraya Serrano, quien ahonda con Layla, una periodista de raíces árabes que viaja a Gaza a conocer sus orígenes, en el trauma de la violación, un "daño que no tiene reparo", afirma la escritora.

Serrano no olvida la enfermedad mental, porque considera que la depresión afecta "más a las mujeres que a los hombres" debido a que estas se hacen cargo tanto de las emociones propias como las de los hijos, de la pareja, ni deja a un lado la vejez, la soledad, la relación madre-hija o el silencio que encarna Luisa, la campesina esposa de un detenido-desaparecido cuyo caso nunca denunció .

La homosexualidad femenina, uno de los temas que más tiempo le demandó en sus investigaciones, la aborda a través de Guadalupe, una adolescente hija de una familia acomodada que nos hace meditar sobre el miedo a no ser aceptados.

Sobre la relación de pareja, la autora confiesa que pese a creer que se trata "de las grandes satisfacciones de la vida", hoy todavía socialmente "una mujer sin hombre es considerada menos mujer".

Por ello advierte que cuando hay jóvenes que creen que "todo esta cosa del genero está pasada de moda" le dan ganas de darles un tironcito de las mechas y decirles: "Ojo chicas, no se crean, ustedes van a tener que pelear".

Y advierte que la educación marcará la diferencia en el siglo XXI, donde, concluye, "las mujeres todavía no han alcanzado la igualdad utópica".

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