Mayte Martín, maestra

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 4 mar.- Irreductible en su voluntad de no doblegarse ante lo comercial, la cantaora Mayte Martín sufre, como muchos artistas flamencos, lo peor de la crisis, léase lo incierto de sus actuaciones, pero en esa calma chicha los que salen ganando son los aficionados porque pueden disfrutar de ella como maestra.

Martín (Barcelona, 1965) impartirá el próximo fin de semana en Madrid dos cursos, uno para "neófitos" en el flamenco, y otro para ya "iniciados", ambos en la Fundación Casa Patas, y en los que, sin ahorrarse nada, como en sus conciertos, explicará algunas de las claves del cante.

"Te juro que me dejo el hígado. Intento transmitir todo lo que soy y como soy muy vehemente... lo doy todo. Me canso más que en un concierto. Convivo con los alumnos y me vuelco en darles toda mi esencia", asegura la cantaora en una entrevista con Efe.

Se trata de dos grupos diferentes, uno el fin de semana, de ocho horas, en los que los alumnos, "armados"únicamente con lápiz y papel podrán aprender de ella "algunos secretos" para disfrutar de la "belleza y emoción del flamenco".

Su objetivo, dice, es "darles herramientas para que se puedan formar un criterio propio y personal del flamenco, para que busquen lo esencial, distingan las aportaciones de cada personaje por el flamenco, que sepan distinguir los palos, sentirlos y poner nombre a las cosas", detalla.

Son, en definitiva, "elementos de juicio" para su disfrute, para que aprendan a distinguir "lo que es bueno de lo que no lo es" y fijarse "en los pequeños detalles" porque eso es, asevera, "lo que hace que algo sea sublime o vulgar".

Luego, lunes y martes, enseñará a quienes "ya tienen idea", la matización, la expresión del cante, "a rebuscar en su verdad", a dar respuesta a las dudas de concepto y a corregir "caminos equivocados" que no llevan a otro sitio que "a la desesperación".

Le gusta, "mucho", enseñar pero reconoce que en su decisión de involucrarse "hasta la bola" en todo lo que hace la deja sin energía, pero eso es morosa en sus clases magistrales y por eso sus cursos son recibidos por los aficionados como "maná".

En los escenarios, Martín, uno de los platos fuertes de la próxima Bienal de Sevilla, está volcada en uno de sus proyectos más queridos, "Los muertos por el cante", "desgraciadamente cada poco tiempo tan de actualidad", dice en referencia al fallecimiento de Paco de Lucía.

El espectáculo, en el que le acompañan Juan Ramón Caro, Chico Fargas y José Luis Montón, pretende que "nadie se olvide" de los nombres del cante grande, y esa nómina abarca a La Niña de los Peines, Manolo Caracol, Pastora Pavón, Pepe Marchena, Enrique Morente o Chano Lobato, pero también a sus padres, que tan "directísimamente" influyeron en su carrera.

"Son los pilares del flamenco y lo que hago es agradecerles que me hayan enseñado a amarlo y a concebirlo de la forma en la que lo hago. Es un espectáculo de raíz, con arreglos diferentes, curiosos y delicados", explica.

Para Martín, tan venerada en el flamenco como en el jazz gracias a "incunables" como el disco que hizo con Tete Montoliú, "Free boleros", lo mágico de la creación "es que sea verdad, que lo que te inventes venga del deseo de comunicar algo, no porque pueda ser rentable".

"A mí me salen las cosas como un vómito, cosas que están escondidas y que salen de repente. Tengo 48 años y llevo 43 cantando porque tengo esta necesidad y eso ni puedo evitarlo ni quiero, por duros que sean los tiempos", advierte.

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