Menchu Gutiérrez se mira en el espejo de la nieve en su último libro

  • La nieve siempre provoca fascinación en el ser humano, ya sea por su blancura o por su poder evocador; por ello, tanto para la literatura como para la creación en general siempre ha sido un recurso constante. Ahora la poeta y novelista Menchu Gutiérrez deja hablar a la nieve en "Decir nieve".

Carmen Sigüenza

Madrid, 19 dic.- La nieve siempre provoca fascinación en el ser humano, ya sea por su blancura o por su poder evocador; por ello, tanto para la literatura como para la creación en general siempre ha sido un recurso constante. Ahora la poeta y novelista Menchu Gutiérrez deja hablar a la nieve en "Decir nieve".

Un libro en el que, a través de la emoción y en forma de viaje interno, Menchu Gutiérrez (Madrid, 1957) recoge su propia impresión sobre la nieve y la de numerosos escritores y poetas que se han visto cautivados por este elemento de la naturaleza que, en opinión de la autora, es un acto mágico. "Más que un truco de magia es la magia misma", precisa a Efe.

Pero Menchu Gutiérrez, autora de "El faro por dentro", "La niebla tres veces", "La mujer ensimismada" o "La tabla de las mareas", entre otros títulos, no recoge citas o impresiones de autores en "Decir nieve", publicado por Siruela, sino que engarza de manera poética todo un mundo de amor, respeto y rito acerca de este elemento purificador que parece que todo lo amansa y limpia.

"También podría haber escrito sobre la niebla, la lluvia o el mar, porque tanto como la nieve son espejos que te regala la Naturaleza y donde tú te contemplas, y donde terminas por verte a ti mismo", explica la escritora.

"La nieve no es solo felicidad, no es solo calma o anestesia para el dolor, diríamos que la nieve, como el desierto, como el espacio invadido por la niebla o la noche, se convierte en el espejo de quien la contempla", escribe Gutiérrez.

Así, por estas páginas dejan sus huellas sobre el manto blanco de la escritura autores tan dispares como Dostoievski, Robert Walser, Yasunari Kawabata, Taneda Santôka, Guy de Maupassant, Ismail Kadaré, Antonio Gamoneda, Marina Tsvetáieva, los Hermanos Grimm, León Tolstoi o Rainer María Rilke, entre otros.

Y no es ni más ni menos que Blancanieves quien abre el libro, un episodio que asocia la blancura al nacimiento. "Blancanieves es hija misma de este elemento", sostiene la escritora.

"Era un frío día de invierno y los copos de nieve caían del cielo como plumas blancas. La reina cosía junto al alféizar de una ventana, cuyo marco era de ébano. Y, como de vez en cuando se distraía de su labor para caer ver los copos, con la aguja se pinchó un dedo, y tres gotas de sangre fueron a caer sobre la nieve..." escriben los Hermanos Grimm.

"No he querido que este libro fuera un ensayo erudito sino que mantuviera la estela de esa emoción, porque todo nació a raíz de unas conferencias que tuve que dar sobre las imágenes y espacios en la literatura, y escogí la nieve. Recogí la cita de mis propios libros, pero ahora quería comentar las citas de otros autores", matiza.

Una elección que la escritora enlazó en su memoria con un poema que había escrito. "Con hilo rojo/la mujer de luto/bordaba rosas en la nieve". Una imagen que abrió el camino de la emoción para escribir sobre la nieve y sus metáforas.

Los japoneses tienen mención especial en el libro. "Los japoneses tienen una sensibilidad y exacerbación de los sentidos extrema, dice la autora, que recoge una cita de los diarios del escritor Natsume Soseki, cuando recuerda sus años pasados en Inglaterra y cuenta cómo se burlaron de él cuando invitó a un amigo a ver caer la nieve.

"Para él era un acto tan íntimo que compartirlo significaba abrirse a alguien, pero sin embargo fue objeto de risa, un contrapunto total", recalca Gutiérrez.

"Decir nieve" es una joyita de cristal, con la que cada lector puede crear su propio mundo simbólico a través de las infinitas metáforas que el libro ofrece.-

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