Jane y Serge, un amor de leyenda

  • Ella conquistaba por su cara angelical y él provocaba inquietud en quienes le conocían por primera vez, debido a un físico desgarbado pero magnético y seductor. El amor de una pareja mítica de los 60, Jane Birkin y Serge Gainsbourg, queda fotografiado en un álbum que recuerda su vibrante historia.

Isabel Peláez

Madrid, 13 nov.- Ella conquistaba por su cara angelical y él provocaba inquietud en quienes le conocían por primera vez, debido a un físico desgarbado pero magnético y seductor. El amor de una pareja mítica de los 60, Jane Birkin y Serge Gainsbourg, queda fotografiado en un álbum que recuerda su vibrante historia.

La actriz inglesa Jane Birkin conoció al icono francés de la "chanson" Serge Gainsbourg durante el rodaje de una película, y aunque ella mostraba reiteradamente su rechazo a ese hombre "horrible" que le sacaba de quicio, lo cierto es que la actitud provocadora y rebelde del autor de "Melody Nelson" logró enamorarla. Juntos formaron un dúo hechizante y cargado de sensualidad.

El nacimiento de esta pareja tuvo en vilo a toda una generación que emuló a aquella ninfa rubia de mirada cálida y a aquella bestia varonil que escribía letras obscenas y torturadoras en un afán incansable por difamar lo políticamente correcto.

Pero, más allá de los focos, también vivieron como una familia normal rodeada de amigos, parientes y mascotas. "Jane & Serge, a family album" (Taschen) es un testimonio fotográfico de los momentos más felices, alegres y apasionados de aquella pareja idolatrada, que, aparte de simular orgasmos en canciones tan famosas como "Je t,aime moi non plus" (condenada por el Vaticano), también tuvo espacio para la intimidad.

Más de 150 de imágenes en formato retro rememoran los instantes más "idílicos y alegres" del matrimonio a través del objetivo de una de las personas que mejor les conocía, Andrew Birkin, hermano de la actriz que logró disipar de la mente de Serge el fantasma de su anterior amante, la despampanante Brigitte Bardot.

"No se trata de un libro biográfico, sino de un álbum de fotografías que relata una historia inolvidable de dos personas que nunca dejaron de quererse", pese a separarse tras doce años de vida en común, explica la directora de relaciones públicas de Taschen, María Eugenia Mariam.

Cada vez que aparecían en público, un halo de escándalo y erotismo les envolvía; la maledicencia de las clases más conservadoras se desataba como un huracán, y, entre los modernos de la década "hippie", iban naciendo dos ídolos estéticamente disonantes con una compenetración desbordante, enternecedora y sin fisuras.

"Jane & Serge, a family album", editado originalmente por Alison Castle, recopila fotografías de la familia junto a su hija Charlotte y el fiel perro de Serge, Nana. La exploración de ese pequeño universo de risas, copas, cenas y viajes acerca una imagen más cotidiana y convencional de una pareja nada corriente que tuvo que separarse por los problemas con el alcohol de Gainsbourg.

El "enfant terrible" se destruyó tan épicamente como se había construido y, aunque otras mujeres pasaron por su cama tras la separación de Jane, en su corazón siempre retuvo ese fanatismo casi infantil por la joven de 21 años que le descompuso los esquemas un buen día del año 1968. Así lo demuestran casi todas sus canciones.

Y ella, por supuesto, tampoco olvidó al músico poeta y decadente de pluma descarnada que la convirtió en la musa de sus canciones y en la reina de sus castillos de arena, esos que soñaba el compositor francés de origen judío entre el humo de sus cigarrillos Gitanes.

Serge, Jane y su hermano Andrew eran "como un trío", ironiza la inglesa en el prólogo de este álbum, que guarda la esencia de una vida irreverente y el transcurso de una época gloriosa que aún llamea en la memoria colectiva. Jane Birkin agradece a Andrew estas fotos, un fármaco contra la nostalgia: "Gracias por reflejar las bromas y los momentos en los que Serge nos hacía reír hasta llorar".

Cuando Serge Gainsbourg murió a los 63 años, en 1991, alguien más creyó ser "enterrada" en ese cementerio de Montparnasse, donde hoy los poemas y los grafitis recuerdan al incorregible cantante. Jane Birkin lloró ese día junto a la tumba de la persona más importante de su vida y firmó el punto y final de un amor de leyenda que permanece intacto entre las páginas de este libro.

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