Los robots dominarán el mundo. Y quitarán puestos de trabajo a los humanos. Es el mantra que llevamos escuchando ya unos años que dibuja un futuro apocalíptico en el que las máquinas harán que muchas personas se queden sin empleo, pues se sustituirá el trabajo humano por el de las máquinas que es más eficiente y barato. Aunque los robots cada vez están más presentes en nuestra vida y su aparente función es hacérnosla más fácil -gracias a la inteligencia artificial-, todavía no nos han desplazado en el mercado laboral. Aunque hay un colectivo que debería empezar a preocuparse.
Ya lo dijimos aquí hace un tiempo, los influencers están amenazados. Y no porque la industria del consumo se haya cansado de ellos, sino porque les ha salido una dura competencia. Y sí, se trata de robots. En este tiempo han surgido unas nuevas figuras en las redes sociales diseñadas digitalmente y que se dedican a lo mismo que las Dulceida, Lovely Pepa, María Pombo o la mismísima Chiara Ferragni. Los influencers robots han llegado y aunque hasta ahora su irrupción ha sido tímida, cada vez son más reclamados.
La prueba de ello es Lil Miquela, una influencer hecha por ordenador que acumula 1,4 millones de seguidores en Instagram y que ya trabaja con marcas del nivel de Kenzo, Balenciaga, Prada o Chanel. Una creación que parece casi humana, que vive en Los Angeles y que cuelga fotos de su día a día y hace publicidad a las marcas con una precisión que parece real.
Incluso se pasea por las semanas de la moda mundiales y se codea con personajes famosos y 'celebrities'. Miquela es una creación de Brud, una compañía especializada en diseñar personajes digitales "que cuentan historias". Aunque ya tiene varios de estos influencers en activo, Lil es su personaje más famoso hasta la fecha, pues no se trata únicamente de una imagen que luce ropa cara. La influencer también tiene una narrativa propia y se define como activista que promueve la justicia social. Y que está dando la vuelta a una industria que mueve cantidades ingentes de dinero al año.
Ahora acaba de dar quizá su paso más importante hasta el momento, ya que se ha convertido en la embajadora y protagonista del 40º aniversario de una marca reconocida mundialmente. Hablamos de UGG, la firma australiana cuyo producto emblema son las botas de borrego que cuestan alrededor de 200 euros y están cubiertas de pelo de oveja que pasean las 'celebrities' por las calles nevadas o las pistas de esquí todos los inviernos.
La firma, cuyas ventas ascienden a los 1.000 millones de dólares (870 millones de euros) acaba de anunciar el fichaje de Miquela como embajadora oficial de la firma para este 40º cumpleaños, junto a la modelo Adowa Aboah, el diseñador de moda Heron Preston y el actor,
modelo y director artístico Luka Sabbat. Una decisión que UGG ha tomado por la revolución que ha causado la influencer, pues está obligando a revisar los códigos de la narrativa digital.
En la campaña se puede ver a Miquela con nuevos diseños de UGG, como las slippers, así como con los clásicos en colores rosa y gris. Con una estética muy futurista, estas fotografías prometen dar la vuelta al mundo y marcar un antes y un después en el marketing de influencers. Los robots vienen pisando fuerte. Y nunca mejor dicho.
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