El mapa de los festivales de verano: más de mil eventos y 3 millones de asistentes

  • Los macroconciertos inundan la geografía española en estos meses, pero no todo son igual ni congregan al mismo público. 
BBK Bilbao
BBK Bilbao
EFE

España en verano es sinónimo de festival de música. Los macroconciertos se han apoderado de la Península y no hay rincón en el que no se celebre uno durante estos meses. De norte a sur, de este a oeste, estos eventos ya se han convertido en los protagonistas de los veranos españoles, pues son capaces de mover masas y generar cuantiosos ingresos, tanto a la organización como a las localidades que los acogen.

De hecho, se le llama economía naranja a la que engloba al negocio de la música, que deja en nuestro país unos ingresos de 5.000 millones anuales y genera 300.000 empleos, según un informe del Business School. De esa cifra, más de la mitad la generarían los festivales, que se han convertido en elementos dinamizadores de muchas regiones, que viven por y para estos espectáculos.

De ahí el 'boom' de los últimos años, porque actualmente hay cerca de un millar de festivales en España cada año, según un informe de la plataforma de compra de entradas Ticketea a partir del datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Así, entre 2005 y 2014 -último año con datos oficiales- el número de estos espectáculos habría crecido más de un 30%, pasando de 666 en 2005 a 970 en 2014. Cabe destacar que 2011 fue su punto álgido, con 1.023 eventos, si bien los efectos de la crisis hicieron mella en algunos de ellos, que no pudieron continuar. Más de la mitad de los asistentes tienen entre 16 y 29 años, lo que pone de relieve la popularidad que tienen entre los más jóvenes, que incluso planifican sus vacaciones de verano en torno a ellos.

En total, en 2016 acudieron a los festivales españoles algo más de 3 millones de personas. Pero, a pesar de esta profusión, no todos son iguales ni consiguen atraer la misma cantidad de público. En concreto, solo los 10 primeros son capaces de movilizar a 1,5 medio de personas entre todos y de generar más de 400 millones de euros. Si bien existen  muchas diferencias entre ellos, porque unos apuestan por la calidad de su cartel y su organización y otros por la cifra de asistentes, haciendo de la venta de tickets su principal objetivo y dejando de lado los aspectos logísticos.

Del BBK al Mad Cool, el mapa de las diferencias

En nuestro país hay dos festivales consagrados en el ámbito internacional que siempre se cuelan en la lista de los más famosos del mundo. Se trata del BBK de Bilbao y del FIB de Benicassim, dos de los más longevos -sobre todo el FIB, que comenzó en 1995 y ya lleva 23 ediciones-, los cuales se celebran en los meses de julio y son toda una referencia en el calendario del mundo del rock. De hecho, a los que asisten al de Benicasim les apodan 'fibers'. Entre los dos tienen un impacto económico en las localidades donde se celebran -la capital vizcaína y el municipio de Castellón- de más de 70 millones de euros -más de 20 millones el BBK y 50 el FIB-, aunque no sean los que más asistentes reciben.

Según la Asociación de Promotores Musicales (APM), el pasado año el FIB congregó a 177.000 personas, mientras que el BBK tuvo una cifra de asistencia de 112.000 visitantes, lo que les deja fuera del 'top 10' de festivales españoles con más público. Porque la palma se la llevan una serie de festivales que apuestan por los artistas más punteros del momento y los más seguidos por jóvenes y adolescentes, desde reguetón a música dance, pasando también por el rock. 

Es decir, que en España habría dos modelos de festivales que conviven generando cuantiosos ingresos: los especializados y de culto y los masivos, que dan opciones de ocio a diferentes tipos de público. Y estos son los que más gente arrastran. El que tiene más afluencia es el Arenal Sound, que se celebró hace unas semanas en Burriana congregando a unas 300.000 personas. El pasado año tuvo un impacto económico de 41 millones, cifra que a buen seguro supera este año porque su cartel reunía a artistas que tienen mucho éxito actualmente entre los jóvenes -su público principal-, como Bad Bunny o el Dj Dimitri Vegas.

Le sigue en asistentes el Rototom Splash, otro evento que acoge Benicasim y que, en este caso, está dedicado a la música 'reggae'. El pasado año vendió 250.000 entradas y tuvo un impacto de unos 25 millones de euros para las arcas de la provincia de Castellón, que acoge a tres de los más potentes del país (FIB, Arenal Sound y Rototom). El tercero en público es el Primavera Sound, uno de los que inauguran la temporada, pues se celebra a finales de mayo, y que atrajo el año pasado a 208.00 personas. Este evento es de los que más ingresos dejan, pues el pasado año se estimaron en 95 millones, con un cartel que reúne a lo más granado del panorama musical.

El enorme riesgo de tener un festival a costa de todo

Uno que ha subido como la espuma en solo tres ediciones ha sido el Mad Cool, el festival madrileño que nació con el objetivo de desbancar a FIB y BBK como los mejores de España. Este año tenía todos los ingredientes para dejar huella, pues su cartel lo componían bandas como Arctic Monkeys, Pearl Jam, Massive Attack o Depeche Mode. O artistas como Dua Lupa, la revelación de la temporada en la música pop. Pero su pésima organización acaparó más titulares que su música, pues las colas, aglomeraciones y problemas para llegar al recinto habilitado -entre IFEMA y Valdebebas- fueron la tónica general. 

Tan precaria fue la organización que el grupo Massive Attack canceló su actuación debido a que la música de otro escenario se cruzaba con la suya. Una serie de infortunios que dieron al traste con lo que prometía ser una edición memorable y que pusieron de relieve hasta qué punto se está abusando de los festivales para cosechar ingresos, ya que contrasta la calidad de algunos con la apuesta por la afluencia masiva de otros. Porque el Arenal, el que tiene más asistentes, también ha tenido problemas de aglomeraciones y colas multitudinarias, que ponen en riesgo a los asistentes. 

El ejemplo más claro lo hemos visto hace unos días en el festival vigués O Marisquiño, un evento cultural y musical que casi sufre una tragedia este año cuando se desplomó una pasarela del paseo marítimo cuando se celebraba el último concierto ante la cantidad de gente que había encima. No se tuvieron que lamentar víctimas, pero fueron más de 300 los heridos y se vivieron situaciones realmente angustiosas.

Por ello, el sector ya habla de una 'burbuja' de festivales que este tipo de sucesos podría pinchar, ya que después de la tragedia del Madrid Arena la sociedad está muy sensibilizada con estos accidentes y las autoridades han endurecido las condiciones de organización. Pero, aún así, algunos festivales siguen poniendo en riesgo a los asistentes intentando meter a más personas de las posibles o celebrándose en lugares no acondicionados para ello. Unos peligros que pueden dar al traste con el prestigio de otros que solo se sirven de la música para asegurar el 'no hay billetes'.

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