Springsteen lidera en Madrid una insurrección contra el desánimo

  • El cantante dedicó "The River" a Nacho, un joven adolescente que falleció de un tumor cerebral antes de poder acudir al concierto de ayer.

Bruce Springsteen Performs in Concert in Madrid
Bruce Springsteen Performs in Concert in Madrid
EFE

Bruce Springsteen demostró ayer domingo por la noche en Madrid que, incluso cuando todo pinta muy oscuro casi negro, la suya es una voz poderosa y curtida, capaz de sobreponerse con música y energía a las inclemencias para levantar el ánimo y reivindicar el legado de quienes nos precedieron con dignidad en los malos tiempos.

En esa línea discurrió su dedicatoria de "The River" a Nacho, un joven adolescente que falleció de un tumor cerebral antes de poder acudir a este concierto, para el que tenía compradas las entradas. Sus amigos impulsaron una multitudinaria campaña en Twitter para conseguir este gesto del artista.

El "Boss", en su primera gira tras la muerte de su amigo y saxofonista Clarence Clemons, llegaba a la capital española cuatro años después de su última visita a la ciudad para presentar su disco "más enojado", "Wrecking Ball", enardecido por el enriquecimiento "inmoral" de la banca y el empobrecimiento de la clase obrera.

Pero al autor de "Born to Run", pese a los acontecimientos, se le vio más pletórico y resplandeciente que cabreado.

Así fue desde su aparición sobre el escenario, precedido por el guitarrista Steve Van Zandt y los demás componentes de la mítica E-Street Band, entre los vítores de las más de 60.000 personas congregadas en el estadio Santiago Bernabéu, con la presencia entre ellas de celebridades como el actor Danny DeVito.

Poco ha cambiado en la dinámica mundial desde que, en 1978, cantara en "Badlands" que "el pobre quiere ser rico y el rico, rey". En todo caso, el pobre es hoy más pobre y el rico, más rico.

Por la vigencia y pertinencia del mensaje, el estadounidense inició su concierto con ese gran éxito, sonriente -contagiando o contagiado por el ímpetu del público-, mientras aporreaba su guitarra Fender Esquire, antes de continuar sin pausa con "No surrender".

Así arrancaron las tres horas de duración de este concierto, el último de su gira española, que se inició en Sevilla hace más de un mes, y que ha mantenido los rasgos básicos de sus visitas previas a Las Palmas de Gran Canaria, Barcelona y San Sebastián: vigor, grandes éxitos y algunos de los temas de su decimoséptimo disco de estudio.

"We Take Care of Our Own", el primer single de este trabajo, anticipó esos nuevos cortes, que añaden a su influjo roquero arreglos del folk irlandés y de la música negra, para recordar que lo de la lucha por la dignidad es una historia tan antigua como la de la música.

"Los tiempos duros llegan y los tiempos duros se van", cantó apretando el puño, como si exprimiera el desánimo, en uno de los momentos más poderosos de "Wrecking Ball", el tema que da título a ese nuevo disco, del que también sonaron "Death to my Hometown", "Shackled and Down", "We Are Alive" y "Rocky Ground".

"Hay gente que ha perdido su trabajo y sus casas. Sé que aquí los malos tiempos son incluso peores. Nuestro corazón está con vosotros. Debemos mandar este mensaje a todos los que están luchando en España", dijo en castellano como preludio a "Jack of All Trades", otro de esos nuevos temas.

Además del canto encendido al futuro y al presente, muchos fueron los guiños al pasado, a los que ya no están y a aquellas cosas "que no puedes impedir que pasen", como dijo al presentar "City of Ruins".

"Estamos echando de menos a alguien. Si vosotros estáis aquí y nosotros estamos aquí, entonces ellos están aquí también. Los escucho en vuestras voces", dijo entre aplausos, en una de las muchas alusiones a la muerte en junio de Clemons, cuyo vacío suplió el sobrino de aquel ya legendario músico.

Muchos más fueron los momentos reseñables de este concierto, como los dúos de "Talk to Me", en el que se mostró especialmente bromista, o "Waitin' on a Sunny Day", junto a un niño que subió al escenario.

"Spanish Eyes" constituyó su regalo al público madrileño, que también recibió calurosamente otros éxitos como "Out in the Street", "Murder Incorporated" y, en loor de multitudes, "The River", "Because The Night", "The Rising" y "Thunder Road".

Así quedó todo listo para la traca final, prendida con la urgencia roquera de himnos como "Born in the U.S.A." y "Born to Run", antes de dejarse arropar por los rescoldos luminosos de "Dancing in the Dark" y "Tenth Avenue Freeze-Out", con la imagen final de Clemons en la retina.

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