"Nana", el cine que recuerda lo que el hombre ha olvidado

  • Mateo Sancho Cardiel.

Mateo Sancho Cardiel.

Madrid, 17 abr.- La fotógrafa francesa Valérie Massadian debuta en el cine con "Nana", una pequeña instantánea con mucha profundidad de campo en la que analiza a través de los ojos de una niña solitaria "el desaprendizaje que produce la modernización" y que ganó el premio a la mejor opera prima en el Festival de Locarno.

"Antes las personas conocían el mundo y sabían hacer cosas de una manera que ya no hacemos, que ni la aprendemos ni la sabemos. Nos hemos despreocupado de cosas tan básicas como conseguir comida sin intermediarios y hoy en día se puede asistir a verdaderas crisis de pánico cuando falta un producto en el supermercado", explica Massadian en un encuentro con los medios.

Esta fotógrafa había trabajado en diaporamas expuestos en centros de arte de Tokio, Londres u Oporto y decidió dar el salto al cine con esta "Nana", que se estrena este viernes en España, y en la que la ahora cineasta deja que la vida pase por delante de su cámara, sin interferir prácticamente en ella, apoyada en la transparente creación de la actriz infantil Kelyna Lecomte.

"El cine está cerca, tocado por la vida. La acaricia. Es la vida la que tiene que entrar en el cine y no al revés", asegura, y lo que comienza con la matanza de un cerdo acaba generando una dinámica hipnótica que conecta la película con un impactante cuento de hadas cuya moraleja recuerda que una vez el hombre estuvo íntimamente ligado a la ley de la selva.

Con esa mirada tan naturalista que es casi fantástica, en la que los silencios se convierten en misterios, Massidan no solo ha sido premiada en Locarno, sino que ha pasado por el BAFICI de Buenos Aires, por Estambul, Melbourne o Hong Kong, siempre matizando que su ambición no es la de documentar.

"No es una película documental, porque para mí documental es algo horrible y aburrido. Información que uno ve en la tele. Para mí ficción es todo lo demás. Y el propósito de mi trabajo es encontrar algo y perderme en ello", asevera.

En un acto de coherencia entre forma y fondo, "Nana" deja que la magia surja de la observación y del encuentro atávico entre una niña, con su diálogo espontáneo y carente de temores, con la naturaleza.

"Esta película existe porque tú habitas donde yo me siento fuerte, en un pequeño pueblo donde la tierra se nos mete en las uñas y los hombres todavía se paran a mirar", escribe la directora sobre su relación con la joven actriz.

Así, en el trabajo con la pequeña Lecompte, Massadian vio la propia historia del filme, pues era una niña "enganchada a todas esas mierdas de Walt Disney y que se pasaba todo el día frente a la televisión". Al trasladarla al mundo rural, a la soledad de un bosque o a la muerte natural, empezó a devolverle la mirada primitiva que reivindica.

"Antes a los niños no se les infantilizaba como ahora. Antes se les consideraba seres humanos desde el principio. Con sus fuerzas, sus sensibilidades, sus violencias y sus locuras", concluye.

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