No me espíes que me río

  • Mateo Sancho Cardiel.

Mateo Sancho Cardiel.

Madrid, 7 mar.- Pocos meses después de la sofisticada "El topo", llega a las carteleras la otra cara de la moneda en el cine de espías, "Esto es la guerra", que muestra el lado más cómico de los servicios de inteligencia, como ya se hizo en "Quemar después de leer", "Mentiras arriesgadas" o "Austin Powers".

Después de esa recuperación melancólica y elegante del espíritu del cine de espías en la Guerra Fría que es "El topo", adaptación de una novela de John Le Carré, los espías de "Esto es la guerra", Tom Hardy y Chris Pine, se enfrentan a una contienda mucho más caliente, en cuya victoria se juegan el corazón de Reese Witherspoon.

En esta película, que se estrena en España el viernes, las armas de precisa investigación sirven para marcar el objetivo amado, las habilidades en pelea para eliminar al galán rival y la vis cómica de la ganadora del Óscar por "En la cuerda floja" para flexibilizar la dinámica tradicionalmente solemne del espionaje.

Pero no es la primera ni será la última que ha encontrado la sorna en ese pulso de inteligencias. En esa misma línea cómico-romántica, el visionario James Cameron rodó su película más mundana, "Mentiras arriesgadas", con la que logró un gran éxito de taquilla apoyado en dos agentes de la CIA que no renunciaban al ritual del cortejo: Arnold Schwarzenegger y Jamie Lee Curtis.

Explorando el mismo campo de la acción, "Sr. y Sra. Smith" hizo que en su divertida acción saltaran las chispas de una misión mucho más secreta, como fue el romance que surgió entre Angelina Jolie y Brad Pitt, que eclosionaron dando lugar al célebre dúo "Brangelina".

El propio Pitt repitió en una comedia sobre espionaje, aunque esta vez más satírica, en "Quemar después de leer", de los hermanos Coen y protagonizada por George Clooney, en la que una paranoia desencadenaba una reacción en cadena en los servicios de inteligencia estadounidenses.

Algo así había hecho el maestro del suspense, Alfred Hitchcock, que siempre desplegó su flema británica en el humor, especialmente en "Con la muerte en los talones", en la que Cary Grant servía de agente-señuelo para una trama que culminaba en el monte Rushmore, o en su homóloga en la primera etapa del cineasta, "39 escalones".

Michel Hazanavicius en tándem con Jean Dujardin, flamantes ganadores del Óscar por "The Artist", eran conocidos en Francia por el éxito popular local de ""OSS 117", una parodia del cine de espías con un regusto burlón y añejo, pues este subgénero se puso de moda como réplica al éxito de James Bond.

Entonces, la burla oficial a 007 se llamó en 1967 "Casino Royale" -título idéntico al de la película con la que se estrenaría Daniel Craig como el más famoso agente británico- y tuvo un reparto multiestelar.

David Niven, Peter Sellers o incluso la exchica Bond Ursula Andress se intercambiaban el papel del agente 007, mientras que Woody Allen interpretaba a Jimmy Bond y a la fiesta se apuntaba hasta Orson Welles.

Ya en los noventa, con la Guerra Fría terminada, el género de "antiespías" vivió un nuevo repunte. El responsable se llamó "Austin Powers" con un Mike Myers en estado de gracia y alucinando con los progresos en las relaciones internacionales entre EEUU y Rusia al revivir tras un proceso de criogenización.

"Johnny English", con Rowan Atkinson como torpe espía o la adaptación cinematográfica de "Superagente 86", con Steve Carell se han sumado a una lista en la que también ha habido una protagonista femenina, Sandra Bullock, que tuvo un gran éxito con "Miss Agente Especial", en la que combinaba sus labores para la CIA con los concursos de belleza.

También ha habido espías para niños -la saga "Spy Kids", de Robert Rodríguez, o "Superagente Cody Banks"- y, por supuesto, una película protagonizada por el fallecido Leslie Nielsen, que no dudó en parodiar el éxito de "Misión imposible" en "Espía como puedas".

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