Notable faena de José María Lázaro emborronada con los aceros

  • Jose María Lázaro cuajó una notable faena al único toro bueno de la corrida de hoy de Las Ventas, que pudo haber sido de oreja de no haber fallado en la suerte suprema.

Javier López

Madrid, 28 ago.- Jose María Lázaro cuajó una notable faena al único toro bueno de la corrida de hoy de Las Ventas, que pudo haber sido de oreja de no haber fallado en la suerte suprema.

FICHA DEL FESTEJO.- Cinco toros del Conde de la Maza y uno -el sexto- de Hermanos Domínguez Camacho, bien presentados, mansos y reservones, e incluso alguno, como cuarto y quinto, con "guasa". Corrida en general de juego muy deslucido, excepto el sexto, que fue un buen toro.

Juan Diego: pinchazo, y media tendida y atravesada (silencio); y estocada fulminante (ovación).

Iván García: pinchazo y media (silencio); y estocada atravesada y descabello (ovación).

José María Lázaro, que confirmaba la alternativa: pinchazo y estocada (silencio); y dos pinchazos y estocada (ovación tras aviso).

Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria del matador de toros Manuel Rodríguez "Manolete", en el 64 aniversario de su muerte en la plaza de toros de Linares.

La plaza tuvo media entrada en tarde agradable.

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ILUSIONES TRUNCADAS

"Lo que no pue sé no pue sé y ademá es imposible", que dijo el histórico matador cordobés Rafael Guerra. Y más de cien años después de que acuñara esa frase, ahora tan coloquial, sirve perfectamente para comenzar a narrar lo que dio de si la tarde de hoy en Las Ventas.

Corrida mansa y vacía del Conde de la Maza, que echó por la borda las ilusiones de una terna con tan pocos contratos a sus espaldas, y de los que sólo el confirmante José María Lázaro pudo haber sacado partido del único toro bueno que hubo, el sexto, sin embargo, marrando su labor con la espada.

Un Lázaro que demostró oficio en el toro de ceremonia, que no ayudó nada por su extrema mansedumbre. Toro además distraído, embistiendo al paso, con la cara alta y sin decir nada.

El hombre trató de afianzarlo en las probaturas por abajo, y en las dos primeras tandas a derechas a base de temple y de llevarle muy tapado, es decir, sin quitarle la muleta de la cara para evitar la huida, pero el trasteo no pasó de ahí, de las buenas intenciones del torero, que quiso pero no pudo resolver.

El sexto fue el toro con más posibilidades de toda la corrida, con "carbón" y codicia en la muleta, al que Lázaro se impuso para acabar pegándole los mejores muletazos de la tarde, en una faena de firmeza y aplomo al principio, y de notable plástica y relajo al final, sobre todo por el lado derecho.

Pudo haber cortado una oreja Lázaro, pero la espada, su mala espada, no fue su aliada, y los dos pinchazos previos a la estocada definitiva se llevaron el triunfo.

El primero de Juan Diego no quiso nunca pelea. Abanto y huido en el capote, apenas empujó en el caballo, llegó al último tercio desfondado: tardo, cortito de embestida, sin descolgar y protestando por sus pocas fuerzas.

El salmantino estuvo pulcro y digno con él, e incluso firmó algún pase aislado de buen corte, pero el conjunto no fue a ninguna parte pues no tuvo "material" para llegar a interesar.

Con el cuarto dejó Juan Diego detalles de toreo caro con el capote, tanto en un elegante y templado saludo a la verónica como en posterior quite de igual guisa.

Pero en la muleta, cierta desconfianza del torero y falta de clase del toro al cincuenta por ciento, por lo que su quehacer no llegó a nada del otro mundo. Faena solvente del salmantino a un toro que tuvo su "guasa". Lo mejor, la estocada, de efecto fulminante.

Iván García recibió "a portagayola" a su primero, con el que tuvo que ejercer de lidiador para intentar corregirle el defecto de su poco celo y escasa fijeza de salida.

Pero el compromiso del torero quedó en simple apariencia, pues en la muleta no lo vio claro frente a un toro que parecía que iba a desplazarse más. Mas todo fue un espejismo. Enseguida comenzó a quedarse corto, descompuesto e incómodo para el torero, que no pasó de las probaturas.

El quinto derribó en el primer encuentro con el caballo, pero en la muleta no regaló ni una embestida franca, muy deslavazado y calamocheando constantemente. Por el izquierdo parecía más formal el animal, no obstante, también acabó recortando y venciéndose por ese lado.

Faena voluntariosa de García, que anduvo con valor y ganas, pero sin poder entrar en profundidades por culpa de tan descompuesto animal.

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