Novillada desesperante y de desesperanza en Las Ventas

  • Madrid.- Pocas o ningunas posibilidades dio el ganado de la novillada de hoy en Las Ventas, un festejo desesperante para el tendido y de desesperanza para los novilleros.

Novillada desesperante y de desesperanza en Las Ventas
Novillada desesperante y de desesperanza en Las Ventas

Madrid.- Pocas o ningunas posibilidades dio el ganado de la novillada de hoy en Las Ventas, un festejo desesperante para el tendido y de desesperanza para los novilleros.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Guadaira, desiguales de presencia, encastados en distintos grados y de poco juego salvo el tercero, ovacionado éste en el arrastre.

Arturo Saldivar: dos pinchazos y siete descabellos (silencio); y estocada desprendida (palmas).

Luis Miguel Casares: buena estocada (silencio); estocada (silencio).

Cristian Escribano: pinchazo y estocada trasera (división tras aviso); y dos pinchazos, estocada que asoma y tres descabellos (silencio tras aviso).

En cuadrillas, a caballo destacaron Antonio Saavedra e Israel de Pedro en los novillos segundo y tercero, respectivamente, y en éste tercero hubo un buen par de Jesús Alonso.

La plaza rozó el lleno en tarde de nubes y claros, y calor.

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POCO "MATERIAL"

Apenas dio opciones la novillada, que aún moviéndose, sacó casta de la mala, más genio que bravura. Poca clase en las embestidas, o directamente extrema sosería.

El tercero fue la excepción, y también habría que introducir matices acerca de su comportamiento. Había que estar "ahí" con él, por las cosas raras que hizo durante la lidia, la más significativa cuando se volvió al revés, por dos veces, y con "carbón" de más. Templar a ese novillo ha sido una de las papeletas más serias que se han planteado esta feria.

Le tocó a Escribano, que tras pasar desapercibido con el capote, y después de brindar a la concurrencia, se fue a los medios para ligar tres pases cambiados por detrás de mucho mérito, por la quietud y el ajuste, por la figura sandunguera que compuso.

Y enseguida, a torear. Por la derecha. El novillo iba largo, sin embargo, pasado de revoluciones y rematando los muletazos con la carita arriba.

Se puso Escribano frente a tanta rapidez con la mejor disposición, pero sin terminar de templarse. Apuntó buenas maneras, sin embargo, mal colocado, lo que se dice en la jerga "fueracacho", que es como pretender desafiar al tren sin pisar ninguna de las dos vías.

Así estuvo Escribano "tirando líneas", otra expresión de los profesionales, cuyo significado es hacer proyectos de pases, sin terminar de estructurarlos.

Al final, muy al final, se vino a dar cuenta el novillero de que su compromiso debía pasar por "meterse" más con el astado, cuando surgieron dos tandas a derechas más emotivas, aunque también faltó limpieza. En resumidas cuentas, no resolvió Escribano.

El sexto fue de los complicados que tuvo el envío, pensándoselo mucho y con genio, viniéndose cruzado y buscando los tobillos. Y para colmo falló también el hombre, sin ánimo ni recursos.

El mexicano Saldívar cuando menos tuvo disposición. Sus dos trasteos presididos por la quietud. No fue fácil encontrarle la altura al flojo primero, que por abajo iba al suelo y por arriba protestaba mucho, "acostándose" (en el argot, ciñiéndose de más) también por el izquierdo, para terminar cortito, apagándose poco a poco.

El cuarto fue un novillo bruto, descompuesto. Y aquí estuvo Saldívar también desangelado.

Casares quiso mucho, pero le faltó un planteamiento ordenado. Muy chico y soso su primero, sin decir nada ni novillo ni novillero, al final optó éste por un proyecto de "arrimón" que tampoco le salió. El quinto embestía a empellones, unas veces quedándose debajo, otras llevando la cara por las nubes. Y Casares, amontonado de ideas.

No dio de si el festejo. No podía dar.

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