Me cae bien Harvey Cheyne. Me cae tan bien como en su momento Mowgli o Huck Finn. Sin excluir a Tom Sawyer o a Kim, un personaje creado por el mismo autor, Rudyard Kipling.
Javier Reverte señala en el prólogo de una nueva edición de 'Capitanes Intrépidos' (Austral) cómo Kipling buscó protagonistas adolescentes para muchas de sus obras. Sin embargo, a mí me parece que es cuestión de buscar la aventura. También la fuerza, la inocencia y la pasión. Todos esos jóvenes personajes la tienen y por eso me gustan.
Kipling escribió 'Capitanes intrépidos' durante su estancia en Estados Unidos en 1896 y desde entonces se ha convertido en todo un hito de la literatura de aventuras. De ahí que se hayan sucedido diferentes ediciones mejoradas de la obra.
El libro cuenta el sorprendente cambio de personalidad que vive Harvey Cheyne cuando pasa de ser un niño malcriado de clase alta a todo un hombre de provecho tras una travesía en el We 're here, capitaneado por el gran Disko Tropp.
Por accidente, el joven cae al mar y es rescatado por Manuel. A partir de ahí comienza la aventura para Harvey, pero a pesar de todo 'Capitanes intrépidos' es una historia de mar.
Narra las vivencias propias de unos pescadores de Terranova de forma increíblemente descriptiva y nadie sabe cómo Kipling consiguió relatar con tanta precisión todos los detalles de navegación y pesca de un bacaladero.
La novela fue llevada al cine en 1937 por el director Victor Fleming, en la que Spencer Tracy hace el personaje principal (ver vídeo superior).
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