Nuria "Medea" Espert, "orgullosa" doctora honoris causa por la Complutense

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 28 ene.- Cuando a Nuria Espert le comunicaron que la Complutense le concedía su doctorado honoris causa, la actriz rebuscó en su "largo" historial de "luchas" la "diferencia" que, "quizá", la hacía "especial". La halló en uno de sus personajes, Medea, una heroína que la ha "acompañado" al ser investida hoy.

"Tenerla hoy conmigo aquí añade emoción a este acto emocionante y lo vuelve para mí en inolvidable", ha asegurado la actriz y directora (Hospitalet de Llobregat, Barcelona, 1935) en el paraninfo de la Complutense, abarrotado de doctores, doctorandos, familiares y amigos como el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, y compañeros como Gerardo Vera, Miguel del Arco o Natalia Menéndez.

Su discurso de aceptación de la distinción, que le ha entregado el rector de la Complutense, José Carrillo, ha versado enteramente sobre su relación con un personaje que le llegó por "azar", "luego fue buscado, luego volvió de nuevo por azar y acabó siendo aceptado con resignación", ha enumerado.

Vestida con toga y la muceta azul claro, propia de las carreras de letras, Espert ha recordado que la primera vez que interpretó a la desgraciada heroína de Eurípides tenía 19 años y la última "con más de 70".

"Son personajes que no se acaban nunca. Ningún intérprete es capaz de decir todo lo que el autor puso ahí y pocas veces los actores tenemos la oportunidad de regresar a los personajes, de sacar partes que habían quedado ocultas. En eso he sido muy afortunada", ha subrayado.

Su primera Medea, que hizo "gracias" a que la actriz que la interpretaba se puso enferma, era "todo celos, pasión y venganza".

La segunda, cinco años más tarde, era "todo eso" más el terror de interpretarla "entre las piedras de Mérida" y con el "cambio" emocional que suponía haberse casado ya -con Armando Moreno-, y ser madre de sus dos hijas, Nuria y Alicia, presentes ambas hoy en el acto.

"Pasaron 30 años. Mérida de nuevo. Más intensa si cabe pero más sabia. Medea sigue enamorada pero ya es capaz de ver a Jasón como una especie de chulo que la ha obligado a cometer atrocidades. Ella ya es consciente de la terrible estafa que ha sido su vida en común", ha explicado haciendo reír al auditorio con su "reinterpretación" del texto.

Tres años después recuperó con su marido la compañía teatral que habían creado y llevaron al Festival Grec "de nuevo" a "Medea", más "pequeña", más "apretada", "violentísima", en la que su condición de "extranjera, de refugiada" era protagonista.

En 1992, en los Juegos Olímpicos de Barcelona, Mario Gas le pidió que dirigiera a Irene Papas en otra "Medea" en su teatro griego: "Fue un espectáculo de una grandísima belleza. Era más sincera, más buena persona. Papas hizo algo completamente distinto, nuevo y muy interesante y fue una experiencia verla desde el otro lado del espejo".

Aún tuvo una "última oportunidad" con Michael Cacoyannis -"Zorba el griego"-, que le pidió "un espectáculo" y a pesar de que ella estaba empeñada en que fuera "Ifigenia"él lo estaba en hacer su primera "Medea".

"Me preguntó cuántas veces la había hecho yo. Le dije que seis veces y él entendió 'seis noches'", ha recordado provocando nuevas risas.

La profesora Ana María Arias de Cossío ha señalado en su laudatio que hacer miembro del claustro de la universidad a Espert es "una alegría y un honor" en un momento "tan sombrío para la Universidad".

Para Arias de Cossío la carrera de la nueva doctora se condensa en cuatro de sus personajes, además de Medea: la prostituta desdoblada en hombre de "La buena persona de Sezuan"; Yerma, la Celestina y Lucrecia, con las que ha desarrollado, ha destacado, "un proceso en constante renovación".

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