Oreja al arrebato de Fernando Robleño

  • Madrid.- Una oreja cortó Fernando Robleño hoy en Las Ventas por una faena de arrebato, no exenta tampoco de una buena técnica y también con ciertos ribetes artísticos, méritos agrandados además por las exigencias que planteó el toro.

Oreja al arrebato de Fernando Robleño
Oreja al arrebato de Fernando Robleño

Madrid.- Una oreja cortó Fernando Robleño hoy en Las Ventas por una faena de arrebato, no exenta tampoco de una buena técnica y también con ciertos ribetes artísticos, méritos agrandados además por las exigencias que planteó el toro.

FICHA DEL FESTEJO.- Cuatro toros de "Palha" y dos -quinto y sexto- de "El Torreón". Toro bueno en la tarde, el tercero, bravo y con "transmisión", fue ovacionado; el segundo, aplaudido, sin embargo, tuvo poco contenido; y el quinto, ovacionado también, otro tanto, tuvo fondo de nobleza pero se expresó con demasiada brusquedad. Los otros tres, deslucidos en mayor o menor grado.

Jesús Millán: pinchazo hondo caído, pinchazo, nuevo pinchazo hondo caído, estocada casi entera ligeramente atravesada y descabello (silencio); y dos pinchazos y media (silencio).

Fernando Robleño: estocada caída (silencio); y estocada fulminante (oreja).

Francisco Javier Corpas: metisaca en "los blandos" y descabello (pitos); y pinchazo, estocada, descabello y larga agonía hasta doblar el toro (silencio tras aviso).

En cuadrillas, Carlos Casanova y Jesús Arruga saludaron tras banderillear al cuarto.

La plaza se llenó en tarde agradable.

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ROBLEÑO, OTRA VEZ EN EL CIRCUITO

Robleño ha arreglado su temporada. Una lucha que viene de atrás y estaba siendo dura, al final va a tener su recompensa. Aunque habrá que advertir que esta oreja que ha cortado hoy le va a servir más que nada para verse de nuevo en los carteles de las corridas más duras, como la de hoy.

Pero al menos ya no seguirá en su casa parado, como le estaba pasando en los últimos años. Un torero con dos Puertas Grandes de Madrid en su palmarés, ambas en 2002, merecía otro trato, sobre todo porque nunca había descuidado la preparación y los planteamientos de una carrera fraguada a sangre y fuego.

En esta misma plaza se le habían negado desde "el palco" orejas pedidas por la mayoría. Y puesto que en los toros, igual que en el fútbol los goles, lo que cuentan son las orejas, resulta que ha pasado los últimos años postrado en el olvido de las empresa. Menos mal que la constancia tiene premio, y Robleño por fin se abre paso de nuevo.

Ha sido gracias al coraje, al pundonor y al sentido de la responsabilidad. Gracias, cómo no, al valor, y desde luego al buen oficio y excelentes formas toreras que atesora. Al cabo de tanto tiempo en la profesión -diez años de alternativa cuando aún es muy joven, con sólo 29 de edad- su estilo y conocimientos han madurado, y su ánimo está intacto. Es el momento de Robleño. Hoy lo ha demostrado con creces.

Ya en su primero, un toro que no terminaba de humillar, que reponía las embestidas, pero que por no tener no tuvo ni peligro, el pequeño (de estatura) pero gran (de corazón) torero madrileño, se comprometió en una faena imposible, donde el único borrón fue la mala colocación de la espada en la suerte suprema.

Y en el quinto, que se vino andando en las primeras arrancadas, sin entregarse, y bronco y descompuesto al llegar a los engaños, Robleño le hizo las cosas a la perfección. La colocación, los tiempos, la altura y la velocidad, parámetros fundamentales para construir la faena.

Había que "meterse" mucho con el toro, estando muy encima de él para bajarle los humos. O se sentía vencido, o se crecía, y con las malas ideas que desarrolló al principio no valía darle muchos desahogos.

Así, pisándole su terreno, acabó Robleño con la brusquedad del toro. Fue cuando surgieron los muletazos, muchos de ellos de uno en uno, pero de una sorprendente y gran parsimonia, con tanta hondura como dominio.

Y en "el arrimón" final entre las rayas, pues el toro como buen manso quiso ahí, cerca de la querencia, hubo de todo y muy bueno, exquisiteces incluidas como un cambio de mano por delante de especial aroma.

Faltaba la estocada, y como él mejor que nadie sabía lo que podría suponer meter la espada o no, se perfiló en corto, atacó de frente y por derecho, "empujó" con el corazón, y aunque cayó el estoque ligeramente desprendido, el efecto fue fulminante. El toro rodó a sus pies sin puntilla.

Robleño paseó la oreja que significa su vuelta al "circuito de las ferias". Al tiempo si no, con la falta que hacen toreros tan capaces como él.

No corrieron buena suerte los otros dos alternantes. Millán porque no tuvo toros, ya que su primero no terminaba de pasar, volviéndose antes de finalizar los pases, y el cuarto porque no quería pelea.

Peor fue lo de Corpas, inseguro y bloqueado en el buen tercero, la bronca que le dedicó el tendido contrasta con la ovación al toro; y quiso más en el sexto pero otra vez sin acabar de centrarse.

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