Oscar Niemeyer, un referente de la Arquitectura contemporánea

  • Oscar Niemeyer, fallecido la pasada noche en Rio de Janeiro a los 104 años, es un referente de la Arquitectura contemporánea, un brasileño universal, que con su maestría de la estructura curvilínea se erigió en uno de los padres del modernismo, admirado por sus colegas y respetado por su humanismo y compromiso.

Redacción Internacional, 6 dic.- Oscar Niemeyer, fallecido la pasada noche en Rio de Janeiro a los 104 años, es un referente de la Arquitectura contemporánea, un brasileño universal, que con su maestría de la estructura curvilínea se erigió en uno de los padres del modernismo, admirado por sus colegas y respetado por su humanismo y compromiso.

Es, en resumen, lo que manifestó a Efe un destacado ramillete de compañeros de profesión coincidiendo con su centenario.

Álvaro Siza, Zaha Hadid, Richard Rogers, Richard Meier, Renzo Piano, Ricardo Legorreta, Gae Aulenti, Teodoro González de León o Juan Herreros no ahorraban adjetivos para homenajear a Niemeyer.

Para el británico Richard Rogers, premio Pritzker (El Nobel de la Arquitectura) como Niemeyer, el brasileño era "un gran arquitecto, uno de los maestros originales que dieron forma al movimiento moderno", y destacaba sus edificios "hermosos, plásticos, bien proporcionados, dinámicos y blancos" que "combinan la escultura, la funcionalidad y la ciencia con el arte".

Sir Rogers no ocultaba su amor por la obra de su colega brasileño y mostraba una especial debilidad por el pabellón de la Galería Serpentina, una especie de vela blanca en el Hyde Park londinense.

"Es como si hubiese pasado cien años depurando su obra hasta alcanzar una sencillez mágica", se extasiaba el autor, junto al italiano Renzo Piano, del Museo Georges Pompidou de París.

Para Piano, la arquitectura de Niemeyer, quien estuvo en el jurado que le asignó a él y a Rogers la construcción del colorista Pompidou, "canta, tiene voz y las ciudades necesitan edificios que canten, porque si no todo es demasiado plano, gris".

También premio Pritzker, Piano estimaba que más allá de las enseñanzas de Niemeyer con las formas y la "profunda huella" que ha dejado en la profesión su forma de entender el "compromiso político y el papel cívico", lo que le venía a la cabeza al pensar en el artífice de Brasilia era "la alegría de la arquitectura", su "ironía" y "la armonía en las formas de las curvas".

Esa "magia" que él buscaba en sus edificios es "un poco la alegría de Niemeyer", que "no es vacía" porque "detrás hay un papel político, el de hacer arquitectura para que la gente la goce y para que la ciudad sea un lugar de felicidad", consideraba Piano.

Para otro premio Pritzker, el portugués Álvaro Siza, Niemeyer era conocedor de las dificultades políticas que afectan a la evolución de la arquitectura y fue capaz de superarlas "con el coraje de un sueño nunca interrumpido".

La referencia a Niemeyer ayudó a "la reconquista de la libertad creativa, la conjunción de tradición y modernidad", señalaba Siza al rememorar la fascinación que producían en su generación sus diseños: "Pilares como puntos, paredes como finas líneas ondulantes, casi disuelta la forma, con todo tan nítida y tan nueva y tan evolutiva".

Niemeyer es una "figura que inspira a todos aquellos que quieren crear edificios maravillosos", decía, por su parte, el estadounidense Richard Meier, quien admiraba la pureza y claridad que transmiten sus obras gracias al uso de materiales que permitían aprovechar al máximo la luz, como la sede del Partido Comunista francés en París, la editorial Mondadori en Milán o el Museo de Arte Moderno Niterói de Río de Janeiro.

Meier, que también tiene el Pritzker, le agradecía por ello "su enorme contribución al mundo de la arquitectura".

La influencia de Niemeyer fue "profunda y duradera" en la obra de la iraquí Zaha Hadid y en su "búsqueda de una fluidez total en todas las escalas", según reconocía ella misma, y destacaba que "su originalidad, sensibilidad espacial y talento virtuoso son absolutamente únicos y no superados".

Para el mexicano Ricardo Legorreta, Niemeyer estaba dotado de "una creatividad y un talento natural impresionantes" y supo crear "una arquitectura universal arraigada al mismo tiempo en la cultura brasileña y en sus propios principios creativos". Su obra maestra es, en su opinión, el Palacio de la Alvorada.

Su compatriota Teodoro González de León consideraba a Niemeyer un "fuera de serie, porque rompió el estigma de los arquitectos que necesitan edad" para lanzar proyectos interesantes.

"No hay un Mozart en la arquitectura porque es un arte de la experiencia, pero hay personas que absorben la experiencia con una rapidez bárbara, como Oscar", a quien iban como la seda las palabras "libertad", "ligereza" y "frescura", según González de León.

A pesar de la "voluptuosidad" de su trabajo, Niemeyer emitía en su obra "un mensaje de sencillez" y "transcenderá todas las épocas pues nadie puede sustraerse a la fascinación que produce una obra gestada desde la seguridad de que la imagen, silueta y experiencia espacial", apuntaba, por su parte, el español Juan Herreros.

"La puesta en valor de la belleza como ingrediente funcional es seguramente su legado más fértil y útil", añadía, y consideraba que "su trabajo transcenderá todas la épocas".

La italiana Gae Aulenti, discípula como Niemeyer de Le Corbusier, amaba el espíritu "independiente y libre" del arquitecto brasileño, a quien conocía bien y a quien consideraba un "gran testigo", que dejó su huella del paso del siglo XX al XXI.

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