Pérez-Reverte: La Constitución de Cádiz fue una gran victoria y gran derrota

  • El escritor Arturo Pérez-Reverte cree que la Constitución de Cádiz de 1812 fue "demasiado revolucionaria" para aquel momento histórico, y "el hermoso sueño se fue al diablo" tras el regreso del rey Fernando VII, que supuso "la persecución de quienes querían una España más libre, más culta y más justa".

Cádiz (España), 8 nov.- El escritor Arturo Pérez-Reverte cree que la Constitución de Cádiz de 1812 fue "demasiado revolucionaria" para aquel momento histórico, y "el hermoso sueño se fue al diablo" tras el regreso del rey Fernando VII, que supuso "la persecución de quienes querían una España más libre, más culta y más justa".

"Cádiz, con la Constitución que alumbró hace doscientos años, fue una gran victoria, pero también fue una gran derrota", dijo hoy Pérez-Reverte al pronunciar un breve discurso en el pleno que la Real Academia Española (RAE) celebró en el Oratorio de San Felipe Neri, escenario de los debates celebrados entre 1811 y 1812 por los diputados que participaron en la redacción de la primera Carta Magna española.

Este pleno se puede calificar de histórico porque es la primera vez que la RAE celebra una sesión de este tipo de cara al público y fuera de su sede. El deseo de la corporación de rendir homenaje a la Constitución de 1812 ha hecho posible esta ocasión excepcional.

Además de Pérez Reverte, que habló de "El Cádiz de la Pepa", también lo hicieron Pedro Álvarez de Miranda sobre "Las palabras de las Cortes"; Carmen Iglesias ("La Constitución de Cádiz") y José María Merino ("Académicos en Cádiz").

El autor de "La reina del sur" conoce a fondo la historia de Cádiz, donde ambientó su novela "El asedio", situada en 1811 y 1812. Y ama profundamente a esta ciudad que por aquel entonces "fue la sorpresa del mundo. De la Europa vencida y sometida a Napoleón".

"No sabía, éste, con quién se jugaba la guerra y el futuro. Lo ignoraba todo de España ('esos campesinos dirigidos por curas, decía, y no sin razón'). No sabía, y lo supo pronto, que el español es un ser muy complejo. Un ser muy peligroso", afirmaba hoy el escritor.

España se convirtió "en un calvario para el ejército más poderoso del mundo", y, además, estaba la "inexpugnable" Cádiz, "refugio de patriotas, puerta abierta con América (...), una burguesía comerciante con dinero y cultura, magníficos artilleros e ingenieros, buenos mandos militares y un pueblo dispuesto a defender lo suyo". "La ciudad resistió. Determinada y heroica".

Y una ciudad en la que se echaron "las bases políticas del futuro", gracias a esos hombres "lúcidos, cultos e inteligentes" que alumbraron la Constitución, que era, "para ese momento histórico, demasiado revolucionaria, aunque leída ahora nos parezca de lo más moderada", añadió el autor de "El club Dumas".

Con el regreso de Fernando VII "volvió la reacción. La oscuridad. Muchos de los que aquí trabajaron en la Constitución acabaron en el exilio o en la cárcel", pero la obra de Cádiz no se perdió; marcó el camino del futuro", aunque aún le esperaban a España "muchos tiempos de reacción y de oscuridad. Que todavía hoy, a poco que uno se fije, siguen ahí. Afloran, en cuanto pueden", subrayó Pérez-Reverte.

La "gran tragedia española" fue que, al derrotar a los franceses en la guerra de la Independencia, "se frustró la modernidad" y se defendió "el atraso, la vieja tradición oscura, frente a las luces del futuro".

"Cádiz y su Constitución se revelaron, al cabo, diques insuficientes ante el tsunami, el maremoto de la vieja y siniestra España de toda la vida", aseguró Pérez-Reverte.

Pedro Álvarez de Miranda aludió en su intervención a "la guerra de ideas" y de palabras que había en aquella época. Aparecían neologismos "llamados a tener larga vida en el léxico político, y se discutía ahincadamente sobre algunos vocablos. 'Liberal' frente a 'servil'; 'revolución' y 'revolucionario' frente a 'anarquía'; 'ciudadano' frente a 'vasallo' o 'súbdito'; 'libertad' y 'Constitución' frente a 'despotismo' y 'tiranía'".

Luego Álvarez de Miranda, director del Diccionario de la RAE, se centró en el término "bienestar", que figura en el artículo 13 de la Constitución de Cádiz: "El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos", se dice en ella.

El académico percibe en esa palabra "un lejano anticipo de lo que en el siglo XX llegará a conocerse -y hoy, en el XXI, a entrar en crisis- como 'Estado del bienestar'".

El escritor José María Merino habló de los seis diputados de las Cortes de Cádiz que eran miembros de la RAE en 1812 o que lo fueron después.

"Doceañistas" fueron Antonio Porcel Ruiz, jurista, ministro de la Guerra con la Junta Central y ministro de Ultramar en el trienio liberal, y el eclesiástico y escritor Joaquín Lorenzo Villanueva, que fue encarcelado por Fernando VII en la Cárcel de la Corona.

Los que ingresaron después en la RAE fueron José de Vargas Ponce, marino, poeta erótico y festivo, dramaturgo y ensayista; Diego Clemencín, ministro de Ultramar y presidente de las Cortes durante el trienio liberal; el dramaturgo y novelista Martínez de la Rosa, y el eclesiástico y poeta Juan Nicasio Gallego.

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