Pinar se lleva una tarde con el "Juli" como gran protagonista

  • Logroño.- Rubén Pinar resultó el triunfador con dos orejas, una a cada toro de su lote, de una tarde que tuvo como gran protagonista a Julián López "El Juli", que paseó una oreja, perdiendo un triunfo mayor por culpa primero del "palco" y también de la espada, hoy en Logroño.

Pinar se lleva una tarde con el "Juli" como gran protagonista
Pinar se lleva una tarde con el "Juli" como gran protagonista

Logroño.- Rubén Pinar resultó el triunfador con dos orejas, una a cada toro de su lote, de una tarde que tuvo como gran protagonista a Julián López "El Juli", que paseó una oreja, perdiendo un triunfo mayor por culpa primero del "palco" y también de la espada, hoy en Logroño.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Victoriano del Río, tercero, quinto y sexto con el hierro de "Toros de Cortés", bien presentados y de juego variado. El mejor, el sexto; resultaron manejables segundo y tercero; primero y cuarto, complicados; y el quinto, sin clase.

Enrique Ponce: dos pinchazos, otro hondo y tres descabellos (silencio); y estocada y descabello (silencio).

Julián López "El Juli": estocada caída (oreja con fuerte petición de la segunda); y dos pinchazos y estocada ligeramente caída (gran ovación).

Rubén Pinar: estocada (oreja); y estocada desprendida (oreja).

La plaza rozó el lleno en tarde espléndida, con la cubierta a medio cerrar.

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DESPROPÓSITO PRESIDENCIAL

Ejemplo de muchas cosas buenas, la plaza de Logroño, o más bien los que tienen la responsabilidad de darle carácter e importancia, a veces también se equivoca.

Logroño debería ser "de primera", no hay duda, sobre todo por la seriedad del toro que se lidia en su plaza. Y no sólo por el toro en lo que a volumen, trapío y pitones se refiere, sino por la misma forma de entender el desarrollo de la corrida. Cuando se cumplen tantas exigencias no hay más que rendirse.

Claro que, tampoco vale pasarse. No es bueno el complejo de inferioridad, que a veces desemboca en intratables exigencias. La responsabilidad que tiene "el palco" de velar porque el espectáculo se dé en su concepción y orden establecido no puede, no debe ir más allá de una personal interpretación.

No es más importante una plaza sólo por el hecho de pasarse en el rigor de criterios. El juicio tiene que ser equilibrado, y más todavía de parte del presidente, a quien se le supone no sólo buen conocedor de las normas, sino también y, sobre todo, buen aficionado. Sensibilidad, para entenderse.

Fue lo que le faltó al usía a la hora de valorar la labor del "Juli" en su primer toro, una faena maestra por donde se le mire. Perfecta en los planteamientos y en la ejecución. De mucha firmeza y aplomo, de arrogante valor y técnica infalible.

"El Juli" consintió mucho al principio, como pedía el toro. Lo esperó hasta conseguir llevarle muy toreado, con mucha hondura y profundidad. Y por los dos pitones.

Y antes de todo esto, "fiesta" también con el capote, en el recibo a la verónica y en un quite por chicuelinas. "El Juli" toreó con suficiencia y desparpajo, quieto como un poste, muy encajado, disfrutando mucho.

Habría que preguntarle al usía en que parámetros midió la importancia de la faena para no darle al "Juli" la segunda oreja. La estocada, por si fuese por ahí, resultó un pelín caída, pero ni por esas se justifica el despropósito presidencial.

La segunda faena del "Juli" tuvo también mucha suficiencia, sobre la base del dominio y el mando, a un toro que embestía con la cara suelta, y al que fue haciendo poco a poco, hasta ahormarle, e incluso dulcificarle. Faena total por los tiempos, los terrenos y la velocidad que impuso el torero. Sin embargo, aquí fue la espada la que le negó el trofeo.

Rubén Pinar, triunfador por número de orejas, se llevó una de cada toro de su lote. Muy encima de su primero, que amagaba con irse, consiguió corregirle el defecto de la huida. Toro noble pero un punto "rajado". El mérito de Pinar fue "empujarle" hacia delante a base de hacerle las cosas muy despacio.

También en el sexto mostró Pinar un toreo suave y limpio, procurando darle continuidad al trasteo ganándole al toro pasos entre pases. Habilidoso y con muchos recursos, pasó el hombre tantas veces se negaba el animal. En los dos, así debe constar, funcionó la espada.

Ponce no tuvo opción en ninguno de su lote. El primero de corrida, complicado de más, iba al bulto con descaro. En el cuarto, más de lo mismo, no pudo pasar de los simples proyectos de pases.

Para evitar el descontento del personal, en uno y otro echó mano Ponce de su orgullo profesional. Un gran esfuerzo, no obstante, sin recompensa.

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