Galo Cabezas, pintura ecuatoriana de denuncia desde Alicante

  • Alicante, 20 mar (EFE).- Galo Cabezas (Quito, 1960) ha vivido casi dos terceras partes de su vida en España, adonde llegó en 1978 con el propósito de convertirse en médico para ayudar a los indígenas de su país, aunque la vida le llevó a la pintura y a la denuncia social a través de sus cuadros.

Alicante, 20 mar (EFE).- Galo Cabezas (Quito, 1960) ha vivido casi dos terceras partes de su vida en España, adonde llegó en 1978 con el propósito de convertirse en médico para ayudar a los indígenas de su país, aunque la vida le llevó a la pintura y a la denuncia social a través de sus cuadros.

Cabezas cambió la altura de Quito y la cercanía del Pacífico por su casa de la pequeña población alicantina de Crevillent, a pocos kilómetros del Mediterráneo, donde ha formado una familia junto a su esposa española, Salud, y sus hijos, Adrián, de 16 años, y Esther, de 9.

Pese a que hace tres décadas, cuando llegó, era visto como un 'exótico', tardó poco en ser un alicantino más y vive a gusto en España donde sale adelante económicamente gracias a sus cuadros y a las clases en su taller, 'La Botica del Arte', al que asisten más de medio centenar de alumnos.

Pregunta.- ¿Por qué se dedicó a la pintura?

Respuesta.- Abandoné Ecuador porque mi proyecto era estudiar medicina en Europa o Estados Unidos para volver para ayudar a los indígenas, que sufren una carencia de higiene absoluta.

Cuando llegué a España, medicina era una de las carreras más caras y me tocó derivarme hacia las artes, otro campo en el que estaba preparado porque tenía una aptitud innata.

Estudié cinco años en la Escuela de Artes Aplicadas de Orihuela (Alicante) y, aunque en un principio me especialicé en talla, la pintura me llenó y me dedico a ella en cuerpo y alma.

P.- Se supone que fue difícil cambiar la medicina por la pintura.

R.- Mi habilidad y dominio de los volúmenes me ayudaron a conseguir una buena técnica y ahora mis cuadros parece que están valorados dentro del hiperrealismo. He participado en unas doscientas exposiciones, entre individuales y colectivas.

P.- ¿Qué mensaje quiere trasladar en su obra?

R.- Desde el punto de vista social, me interesa la gente deprimida, menos favorecida. Lejos de representarlos tal y como son, por ejemplo a un mendigo, intento tratarlos de una forma plásticamente bella. Hice el cuadro de un 'intocable' en la India (la casta más deprimida) en el que me influyó tremendamente la mirada, que habla por sí sola por su bondad.

P.- ¿Por qué se ha decantado por el hiperrealismo?

R.- Todo en la vida son cuestiones de anécdotas. En 1986, exponía cuadros en el aeropuerto de Alicante y por entonces hacía una pintura muy dura, un expresionismo muy radical porque tenía como inspirador a mi paisano Oswaldo Guayasamin.

Entró una pareja con su niño y, pensando que yo era el vigilante, escuché que el nene comentó: '¿quién habrá hecho esto tan feo?' y que la mamá contestó: 'no sé, debió de haberlo hecho un loco por todos esos brazos tan esqueléticos y esas piernas...'.

Me planteé que, al margen de expresar ideas, por qué no hacerlo en un plan más plástico y que la obra cause una buena impresión y agrade a la gente, guardando la composición y el alma de los personajes.

P.- Proceder de un país tan lejano, con una cultura, paisaje, gastronomía y colores tan distintos, ¿qué aporta a su obra?

R.- Cuando comencé a pintar llevaba tres años en España y ya tenía la influencia de los colores mediterráneos. El color en Quito es terriblemente fuerte porque es una de las capitales más altas del mundo y allí el sol da de forma vertical al mediodía todo el año. Mis cuadros son muy luminosos porque tengo una visión de colores más fuertes.

P.- ¿Se plantea regresar a Ecuador?

R.- Tengo a mi mujer y a mis hijos aquí, y mi intención es visitar mi país de vez en cuando, que lo conozcan mis hijos, pero no regresar a echar raíces. No echo nada en falta, salvo a mi madre o a mi familia.

P.- ¿Qué ha contado a sus hijos de su país?

R.- La manera idílica en que me crié, aunque ahora por Internet vemos la dureza de la situación actual. Les he dicho que aquello es maravilloso como país, que la gente es buenísima, pero políticamente....

P.- ¿En 30 años ha apreciado cambios en cómo tratan los españoles a los inmigrantes?

R.- Ni ahora ni antes he tenido problemas, pero al venir tanta gente en los últimos años, sí que se ha notado una recepción más despectiva hacia los nuevos.

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