La normativa condena al grafiti en España

  • La falta de lugares autorizados para pintar hace que los artistas se expongan a pagar multas de hasta 6.000 euros. Los Ayuntamientos sancionan sin distinción al que simplemente firma los muros con su nombre y al creador con auténticas aspiraciones. "Estamos algo atrasados", dice el madrileño 'Quak'
Un empleado del Ayuntamiento de Sevilla elimina pintadas en una fachada.
Un empleado del Ayuntamiento de Sevilla elimina pintadas en una fachada.
Ayuntamiento de Sevilla
Manuel Valiño
Manuel Valiño

¿"Marranada" o expresión artística? La mayoría de losAyuntamientos españoles optan por lo primero a la hora de calificar la obra delos grafiteros: pintadas callejeras que se realizan sin permiso y que suponenun gasto de hasta millones de euros cada año en concepto de limpieza para la Administraciónlocal. Sólo algunos de ellos organizan cada año certámenes que permiten adornaralgunas de las paredes más descuidadas de las ciudades y que sirven para quelos escritores puedan desarrollar sutalento.

El diccionario de la Real Academia Española definelos grafitis como letreroso dibujos generalmente agresivos y de protesta, trazados sobre una pared. "Haymuchos puntos de vista distintos entre los grafiteros", explica Quak, firma tras la que se escondeGuillermo, madrileño de 24 años que reconoce que lleva "bastante tiempo sinpintar". Hay "desde los que se sienten atraídos por el riesgo de ser pillados y lo que quieren es ver sunombre por toda la ciudad, hasta los que aspiran a pintar cosas más grandes".

El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, es de los queconsidera la disciplina una "falsa expresión artística", como él mismo dijo enoctubre de 2007. Sin embargo, el regidor tuvo que rectificar posteriormente al entregarel premio Jóvenes Creadores al grafitero Asier Vera. Aparte de esa iniciativa,en la capital no existe ningún lugar autorizado para pintar, según recoge la recientementeaprobada ordenanza de limpieza de los espacios públicos -de febrero de esteaño- y confirman fuentes municipales.

Las multas en Madrid, cuya normativa no distingue "pintadas,grafitis e inscripciones en […] cualquier elemento integrante de la ciudad",van de los 300 euros en los distritos periféricos a los 600 en el centro. "Lamayoría de los casos son de 600 euros", explica un portavoz del Ayuntamiento.La ordenanza establece, sin embargo, multas "de 300 a 3.000 euros" y, en casode reiteración, "de 600 a6.000 euros". En Barcelona, pueden llegar a los 750 euros, en caso deinfracciones leves, o a los 3.000, cuando el dibujo se haya realizado "sobremonumentos o edificios catalogados o protegidos".

"Atrasados"

"El principal problema es la gente que hace marranadas", indica una portavozdel Ayuntamiento de Bilbao, es decir, "los que pintan bancos, jardineras, etc."Quak explica que para llegar a seralguien es necesario empezar desde abajo, "firmando la calle y haciendo cosasfeas, cutres y rápidas". En la ciudad vasca, donde sí se han dispuesto paredesy muros "en los que se ha visto oportunidad" para que los artistas losdecorasen, las multas por "realizar pintadas en lugares no permitidos" van delos 1.500 alos 3.000.

"Estamos un poco atrasados en comparación con el resto de Europa", asegura Quak, que considera que en España "no sepuede vivir del grafiti". Todo lo contrario que en Londres, por ejemplo, donde"los diseños de Banksy se exponen en galerías de arte". El joven no cree, sinembargo, que se trate de una situación habitual, sino de casos aislados. "No sési vivirán de ello o no; yo no conozco a nadie que lo haga", admite.

"Hay pocos sitios para pintar",asegura Quak, preguntado por siexisten suficientes espacios habilitados para que ese desarrollo artísticopueda producirse. Él, que empezó en el mundo del graffiti a los 16 años,explica que ha "tenido algunos marrones,pero multas, nunca". E insiste en que hay gente que "lo prueba, empieza apintar sin permiso y le encanta. Pero, después, muchos no piensan en dedicarsea ello y lo dejan". "Algunos se estancan; otros muchos evolucionan y se pasan atatuar. Y algunos se convierten en artistas y consiguen que sus obras seexpongan en museos", concluye.

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