Poca casta en la primera de "encastes"

  • Paco Aguado.

Paco Aguado.

Valencia, 12 mar.- La que la empresa calificó como "feria de los encastes", una de las tres divisiones del largo abono fallero, comenzó precisamente con muy poca casta, la de un deslucido encierro de Adolfo Martín en el que un sólo toro salvó el honor de la divisa.

FICHA DEL FESTEJO: Seis toros de Adolfo Martín, de buena presencia y en tipo de su encaste, pero de juego descastado y con ciertas complicaciones, salvo el tercero, bravo y con gran entrega en su embestida. Toda la corrida tuvo los cinco años cumplidos.

Antonio Ferrera: estocada desprendida y cuatro descabellos (silencio); estocada trasera y descabello (silencio tras aviso).

Eduardo Gallo:: pinchazo y estocada baja (ovación); cuatro pinchazos y estocada baja (silencio).

David Esteve: pinchazo, estocada caída y descabello (vuelta al ruedo tras leve petición y aviso); estocada baja delantera (silencio).

La plaza registró un cuarto de entrada.

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"AVIADOR" HIZO "EL AVIÓN"

Hay una cualidad en la embestida de algunos toros bravos que en el argot taurino se conoce como "hacer el avión", una manera de descolgar el cuello y seguir la muleta con fluidez y armonía, como si los cuernos planearan detrás de la tela.

Esa fue exactamente la característica que tuvo el tercero de la tarde, "Avidor" de nombre y de actitud, que embistió con entrega y arrastrando el hocico por la arena desde que salió al ruedo del coso valenciano.

Serio, hondo y acapachado de pitones, se lidió en tercer lugar y fue el único toro que defendió el honor de la divisa de Adolfo Martín, que lucha desde hace años, como la de Victorino, por mantener el prestigio del encaste Saltillo en un mercado dominado por la sangre de Domecq.

Pero el encierro de Valencia no pasará precisamente a la historia por ello, sino más bien por desarrollar las complicaciones típicas del descastamiento, como son la falta de entrega en los engaños, las cortas embestidas y la ausencia de celo y bríos en sus acometidas.

Ese solitario bravo de la tarde, el único "garbanzo blanco" de la cesta, le cupo en suerte al valenciano David Esteve, que faenó con él con pulcritud y jaleado por sus paisanos, pero sin emplearse con el largo trazo ni el ajuste que el toro merecía en cada pase. Y fue así como serie a serie se le fue escapando de entre las manos una oportunidad de oro para reinvindicarse en su tierra.

El resto de la corrida, a tono con el juego de los otros cinco ejemplares, no tuvo mayor historia. Antonio Ferrera, que banderilleó con más vistosidad que rotundidad, trasteó incómodo y precavido a un primero que desarrolló cierto peligro y, a base de esperar y taparle la cara, llegó a sacar una buena serie de naturales a un cuarto rajado y desentendido.

Eduardo Gallo se fajó valeroso con el segundo de la tarde, que varias veces, por falta de raza, se le quedó amenazante por debajo del fajín, y desistió pronto ante las cortas y desabridas arrancadas del quinto.

Cerró plaza otro toro serio y mansote, que barbeó tablas buscando la salida y se paró sin celo ninguno en el último tercio, sin empuje siquiera para poner en apuros a un David Esteve que insistió mucho en la cara, pero sin encontrar soluciones posibles.

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