Poca historia en el inicio de la feria de Valdemorillo

  • Una tarde aburrida y de muy poco contenido artístico fue el pobre balance de la novillada picada con la que se inauguró hoy la feria de San Blas y la Candelaria de la localidad madrileña de Valdemorillo.

Javier López

Madrid, 7 feb.- Una tarde aburrida y de muy poco contenido artístico fue el pobre balance de la novillada picada con la que se inauguró hoy la feria de San Blas y la Candelaria de la localidad madrileña de Valdemorillo.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Prieto de la Cal, el sexto como sobrero, muy bien presentados, de preciosa lámina, y armónicas y musculadas hechuras pero, en general, de poco juego.

El cuarto, encastado y complicado por lo mucho que se orientó, fue aplaudido en el arrastre.

César Valencia: tres pinchazos y estocada desprendida (silencio tras aviso); y pinchazo, media, pinchazo hondo y siete descabellos (silencio tras aviso).

Daniel Crespo: estocada trasera, dos pinchazos, y estocada tendida y atravesada (silencio tras aviso); y cuatro pinchazos y estocada (silencio tras aviso).

José Antonio Carreiro: tres pinchazos, casi entera perpendicular y delanterilla, y cuatro descabellos (silencio tras aviso); y metisaca, pinchazo y estocada desprendida (silencio).

En cuadrillas, dos pares extraordinarios de Fernando Sánchez al tercer y sexto novillo, respectivamente.

La plaza tuvo tres cuartos de entrada.

PRESIDIÓ EL ABURRIMIENTO

La temporada taurina 2014 en España ha echado oficialmente a andar hoy con la tradicional feria invernal de la localidad madrileña de Valdemorillo.

Sin contar con los dos festejos del pasado fin de semana en Ajalvir (Madrid), de siempre se ha sabido que este ciclo de San Blas y la Candelaria es el primer puerto de interés de la campaña nacional, un ciclo en el que espadas de primer nivel suelen anunciarse con el objetivo claro de mostrar desde primera hora a las empresas sus credenciales para el presente año.

Pero la novillada picada con la que se dio el pistoletazo de salida al 2014 taurino no fue lo que se esperaba. Ni mucho menos.

La siempre exigente divisa de Prieto de la Cal esta vez no cumplió con las expectativas del aficionado "torista" de la sierra madrileña. Pero hay que matizar que el festejo se perdió en el limbo, fundamentalmente, por la extrema bisoñez de los tres espadas actuantes.

Ni el venezolano César Valencia, a priori el más placeado de la terna, ni los novísimos Daniel Crespo y José Antonio Carreiro pudieron más que mostrar detalles aislados dentro de una tarde en el que el aburrimiento lo presidió todo.

Valencia pasó de puntillas frente a su primero, novillo que quedó listo para sentencia tras su paso por el caballo, donde cobró dos varas tan fuertes y desmedidas que dejaron al animal sin apenas fuelle en la muleta, muy parado y remiso.

El cuarto fue el novillo más encastado del envío, y también el más complicado por lo rápido que se orientó.

La primera tanda al natural con la que el venezolano abrió faena, de notable hondura, sin embargo, fue un espejismo, pues el utrero se enteró rápido de que iba la película, recortando el viaje, reponiendo y buscando siempre al hombre, que bastante hizo con salir indemne del trance.

Crespo no le acabó de cogerle el sitio a su primero, un novillo apagadito y de muy escaso fuelle con el que el del Puerto de Santa María apenas pasó de voluntarioso.

En el inválido quinto, al que el presidente mantuvo en el ruedo a pesar de su endeblez en los primeros tercios, anduvo más centrado Crespo, que logró robar algún que otro muletazo aislado de buen aire dentro de un conjunto ayuno de ritmo y unidad.

Al local Carreiro se le adivina cierta pinturería a la hora de interpretar el toreo, pero le falta aún muchas cosas, sobre todo técnica, oficio, y, sobre todo, más horas de carretón ensayando con la espada. Por este motivo tanto con el desclasado tercero como con el "rajado" sobrero que hizo sexto primaron más los desarmes y los adornos que el toreo fundamental.

No obstante hay que tener paciencia con él, pues la base de la torería, el gusto y el aroma lo posee. El tiempo marcará su futuro.

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