Molina Foix reúne toda su poesía, sensorial e irónica, en "La musa furtiva"

  • Ana Mendoza.

Ana Mendoza.

Madrid, 24 ene.- Conocido sobre todo por su faceta de narrador, el español Vicente Molina Foix escribe también poesía desde que era adolescente. Por eso, ha sentido algo de vértigo al recuperar sus poemas en el libro "La musa furtiva", en el que la ironía y el cinismo conviven con el lado más sensorial del autor.

Publicado por la Fundación José Manuel Lara dentro de la colección Vandalia, el libro es una suerte de "biografía literaria" que refleja a la perfección los cambios que ha experimentado este polifacético autor en los 45 años transcurridos entre sus primeros poemas, de 1967, y los últimos, de 2012, como él mismo reconocía hoy al presentar su poesía completa en la sede del Grupo Planeta.

Desde las prosas poéticas, de fuerte contenido irracional, que a finales de los sesenta seleccionó José María Castellet para su famosa antología de los "Nueve novísimos poetas españoles", hasta una selección de los que ha ido escribiendo en los últimos años y que aparecerán en un futuro libro, "que tal vez se llame 'Aún llueves'".

En medio estarían los poemas de sus dos únicos libros publicados, "Los espías del realista" (1990) y "Vanas penas de amor" (1999), muchos de ellos de carácter amatorio y centrados en "la pérdida amorosa", porque Molina Foix, de 63 años, habla "poco del amor" cuando está enamorado. Solo lo hace cuando la relación termina.

Como puso de relieve Candelas Gala, autora del prólogo y experta en poesía del siglo XX, "no siempre son el humor, la ternura o la compasión las salidas para la frustración erótica, sino el rencor, el odio y el ensañamiento contra los amantes pasados".

A veces, cuando el amor llega es demasiado tarde, como reflejan estos versos: "Quise y pude/ quererte./ Pero pasó el tiempo,/ y con él mi deseo./ Que te quiera/ tu madre".

Enfrentarse a toda su producción poética para ver qué incluía finalmente en "La musa furtiva", ha sido para Molina Foix como "una operación de excavación" en su propia arqueología.

El autor de novelas como "La quincena soviética" (Premio Herralde) y "El abrecartas" (Premio Nacional de Literatura y Premio Salambó) conserva todo lo que ha escrito a lo largo de su vida, y al revisar las carpetas de poesía se encontró hasta con un poema que escribió a los doce años, dedicado a la Inmaculada Concepción.

"Fui muy beato hasta los quince años y estuve a punto de ser jesuita", comentaba hoy el escritor, antes de afirmar que no ha incluido esos versos ni otros de su adolescencia o primera juventud. Ha eliminado también uno de los poemas aparecidos en la antología de Castellet, algunas piezas que salieron en "Vanas penas de amor" y otras composiciones inacabadas o que le parecieron redundantes.

Pero sean de la época que sean los versos, Molina Foix ha reconocido su propia voz en todos ellos. En absoluto son "los versos de un extraño". Contienen temas, ideas e imágenes que son las que conforman su mundo literario.

Y al igual que sucede en sus novelas o en sus obras de teatro, en sus poemas permanece "una voz que trata de los temas amorosos, de la enfermedad y de la muerte", y se enfrenta a la desaparición y al sentimiento de pérdida "aunque con cierto distanciamiento", dijo el autor.

En opinión de Candelas Gala, el lenguaje de la poesía de Molina Foix "es el de cada día", pero usado "de forma creativa". Sus versos son "aparentemente sencillos, pero están llenos de referencias culturales" y hay en ellos "instrumentos demoledores: la ironía, la parodia y el humor agridulce".

Sus poemas "divierten a la vez que le dejan pensativo a uno", subrayó Gala, que ha venido expresamente para esta presentación desde la universidad estadounidense de Wake Forest, en Carolina del Norte.

Molina Foix reconoce que es un poco "gore". Le gusta "hacer sangre, aunque de forma contenida", como se desprende de algunos poemas. Es "hiriente" incluso consigo mismo y busca que "la herida de la palabra" también le afecte a él mismo.

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