Una década de empeño y 150 cafés al día

'Toy Story 4' se hace con el Oscar... pero la española 'Klaus' ya ha hecho historia

Klaus
Klaus
The SPA Studios

"Los niños son un público muy exigente, lo difícil es destacar", confiesa Iván Agenjo, presidente de la Asociación ProAnimats y miembro de la Junta de la Federación de Productoras Audiovisuales (PROA). Y 'Klaus' lo ha conseguido. Al menos para los niños y para la industria. No tanto para los académicos, porque el largometraje de animación de Sergio Pablos se quedó a las puertas del Oscar y perdió a manos de la todopoderosa 'Toy Story 4'. Ni siquiera toda la maquinaria de Netflix fue capaz de vencer a la Pixar de Disney. 

Pero 'Klaus' es ya la larga historia de un éxito pese a todo. Netflix adoptó el proyecto de la productora SPA Studio, que el propio director montó en Madrid, convirtiéndola en la primera película de animación producida por la plataforma, aunque no aceptó el proyecto a la primera. La compañía de Pablos tuvo que aguantar muchos 'noes' antes del sí definitivo y, aunque él mismo admite que sin Netflix el proyecto no hubiera llegado tan lejos... 'Klaus' ha demostrado tener un 'nosequé' que marca la diferencia: diez años de trabajo, una técnica en los orígenes del género y un equipo con cierta inclinación a las grandes dosis de cafeína (confiesan que bebían más de 150 cafés diarios) hicieron el resto.

Desde la compañía aseguran que estar ahí en el momento indicado fue un hándicap. Después de casi una década trabajando en Los Ángeles, Pablos dio forma a su propia compañía, pero la animación es cara y encontrar mecenas no siempre es fácil. El propio Netflix dudó del proyecto, pero llegó la Navidad y 'Klaus' resonó en sus estudios. De ahí a una inyección de 40 millones hubo un paso. La campaña de promoción que llegó después también fue determinante, pero una vez más, 'Klaus' dio con la clave para llegar a los espectadores más pequeños y remover algo dentro dentro de los más grandes.

Todo empezó en 2010 con una carta. Sergio Pablos comprendió, según explican desde SPA Studios a este diario, que explorar el origen de un personaje relevante pensando en el público actual era "un gran ejercicio narrativo". Cuando llegó hasta la figura  más internacional de la Navidad pensó que era momento de parar porque no quería hacer algo "demasiado sensiblero"... pero la idea no se le iba de la cabeza.

Precisamente, ahí es donde reside el acierto y el riesgo de la cinta. El relato tras el barbudo más navideño que presenta Pablos se aleja de cualquier representación anterior. El equipo logró presentar un marco tan desgastado como es la Navidad como una concatenación de casualidades que despojan al personaje de su aura más irreal y lo acercan a un espectador que, probablemente, ya no cree en los cuentos como lo hacían los niños de hace un par de décadas. Este podría ser el quid en cuanto al relato pero el acierto de 'Klaus' también está en la forma.

La dirección de SPA Studios estaba acostumbrada a coordinar equipos de menos de cincuenta profesionales. Cuando Netflix entró en la ecuación, el número ascendió a 250 artistas de más de una veintena de países y con una quincena de lenguas maternas diferentes. Todo un reto que llevó a un 60% del equipo a trasladar sus hogares a España en una especie de Naciones Unidas de la animación. Desde SPA Studios cuentan a 'La Información' que los que llegaron arropados por sus familias eran los menos, la mayoría eran jóvenes recién independizados que hicieron de los estudios "una especie de campamento de verano"

"Habría sido imposible hace unos años"

Desde la productora de Pablos optaron por volver a los orígenes del cine de animación de la mano de las dos dimensiones, pero con un componente especial. "Cuando explicaba que sí, que aquello era en 2D, la gente me decía que no lo entendía", aseguraba la productora de 'Klaus' Jinko Gotoh, quien explicaba que muchos escépticos se han mostrado reacios a creer que la prueba de animación se hubiera hecho con dibujos, pues el resultado final mostraba una uniformidad inusual para esta técnica. Y la clave estaba en el tratamiento de la luz.

El equipo de diseño dividió la luz en varios componentes y cada uno de ellos quedó a cargo de un artista que lo dibujaba. "Esto nos da un control muy preciso de la iluminación y podemos fusionar personajes y fondos... así las figuras no dan la sensación de estar pegados sobre un cuadro", explican desde la productora. El propio director confesó: "El aspecto de la película se habría considerado imposible hace unos años. Yo mismo me sigo sorprendiendo al verla".

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