Salto de calidad 

Qué serie veo ahora: el influjo 'MdT' en la probable edad de oro de la TV patria

Las series españolas viven un momento de impacto como nunca lo habían logrado: no solo de proyección internacional sino de madurez en sus apuesta, con Movistar como la gran plataforma de producciones. 

'El Ministerio del Tiempo' ha cerrado su cuarta temporada en esta tercera semana de junio.
'El Ministerio del Tiempo' ha cerrado su cuarta temporada en esta tercera semana de junio.
EP

Las edades de oro en cualquier arte son como los partidos del siglo en el fútbol. Hay varios a lo largo del año. Incluso para la televisión, hay cierta controversia en parcelar la verdadera gran época del medio, toda vez que el baño de oro ya se le atribuyó al boom de la pequeña pantalla en Estados Unidos en los años 60. Sin embargo, cuando se habla hoy día en estos términos se suele apelar al periodo que comenzaran en 1999 ‘Los Soprano’ y ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’ y que durante la primera década del siglo dejaría en pocos años un puñado de obras maestras como ‘The Wire’, ‘Deadwood’, ‘A dos metros bajo tierra’, ‘Mad Men’ o ‘Breaking Bad’, así como una veintena larga de series de extrema calidad.

Hay quien incluso mete en el pelotón de las grandes absolutas a ‘Juego de tronos’, que arrancó en 2011. Por impacto, desde luego (así como ‘Perdidos’) merece entrar en la lista. En cambio, lo que sí está claro es que el segundo decenio del siglo XXI pasó de ser dorado a tumultuoso, con el desembarco masivo de las plataformas de streaming. La cantidad pesó más que la calidad, si bien el dinero fresco de tanto competidor ha permitido continuar a los grandes genios con otras obras cumbres posteriores. Hasta hoy, que es imposible asumir el riego de novedades.

En esto que España ha seguido su camino particular y con tendencia al alza. Éxitos internacionales como ‘La casa de papel’ y ‘Elite’ han demostrado a Netflix las ventajas de gastar dinero en determinados lugares independientemente del idioma en el que se rueda. Aquella vieja cantinela de que España importa porque es la puerta a Latinoamérica ha quedado desfasada con la historia de los atracadores. Se puede competir de tú a tú con las producciones en inglés y el interés que demuestra Netflix en convertir a España en zona de hub internacional viene a ratificar el buen momento nacional en la industria.

Los de Reed Hastings van con ventaja, pero no son los únicos. HBO se ha movido desde su esquina del ring y solo la pandemia ha retrasado lo que está llamado a ser el próximo gran fenómeno de la televisión española: la versión en pantalla de ‘Patria’, la novela de Fernando Aramburu. De momento, ha lanzado documentales como el de Jesús Gil, un aperitivo de corto alcance como el ‘Foodie love’ de Isabel Coixet o la novedosa ‘En casa’, una iniciativa impulsa por Rodrigo Sorogoyen que unió a cinco cineastas que realizaron pequeñas historias sobre y desde el confinamiento (y que en breve Netflix replicará con una cobertura más internacional).

Sin embargo, como en toda revolución siempre hay varios orígenes y en España este boom nacional comenzó justo cuando en el resto del mundo se pasaba a la nueva fase de ‘streaming wars’. En el otoño de 2010, Canal+ lanzaba su primera producción propia, ‘¿Qué fue de Jorge Sanz?’, una breve comedia obra de David Trueba y del propio actor que es toda una joya del humor y de las mejores series jamás realizadas en España. Era un formato nuevo, al estilo de las dramedias americanas de autor, y rompía moldes con décadas de series facilonas (en el sentido que eran para toda la familia) y de gran impacto (desde ‘Verano azul’ a ‘Farmacia de guardia’, ‘Médico de familia’, ‘Los Serrano’…).

Pocos meses después, la misma cadena iba mucho más lejos y presentaba ‘Crematorio’, de Jorge Sánchez-Cabezudo, y basada en la novela de Rafael Chirbes sobre los excesos del boom del ladrillo en la España de la década precedente. De pronto, en España se podía decir que se había hecho una serie que "parecía americana" de lo buena que era y el comentario no resultaba peyorativo ni condescendiente. En todo caso, se quedaba corto porque era una serie que estaba al mismo nivel que las mejores que se hacían en Estados Unidos.

No hay duda entonces que todo lo bueno que ha traído la ficción nacional viene de aquellas dos pioneras en el cambio de guardia y de hechuras en la producción. Si hoy el sector televisivo está en condiciones de ofrecer a Netflix, HBO o Amazon (que acaba de estrenar ‘Desaparecidos’) productos competitivos se debe a esa apuesta que, con el tiempo, fue ampliada por Movistar en cuanto a la financiación y lanzamiento: ‘Merlí’, ‘La peste’, ‘La zona’, ‘Arde Madrid’, ‘Hierro’, ‘Mira lo que has hecho’… Drama y comedia, de una hora o de media hora.

La misma variedad y ambición de catálogo que cualquier productora de campanillas americanas. Tanto que en este arranque de 2020 ha redoblado las apuestas con dos de las series que más han dado que hablar en mucho tiempo: ‘La línea invisible’ y ‘La unidad’. La primera, por su aproximación a los inicios de ETA, con lo que eso acarrea de polémica en un país en el que hasta hace muy poco ni la ficción se atrevía a rozar (y cuyas virtudes se explican en este artículo de Alberto Nahum García). Las dos, en cualquier caso, con un elevado valor cualitativo y al más alto nivel de lo que demanda el cada vez más exigente (por el exceso de oferta) espectador. Aceptando el reto de hacer series maduras (no por el público al que se dirige) desde todas las ópticas.

'El Ministerio del Tiempo' ha marcado el mundo de la televisión en el último lustro.
'El Ministerio del Tiempo' ha marcado el mundo de la televisión en el último lustro.

EP

Finalmente (aunque puede que una puerta nos lleve al principio de esta noticia), esta misma semana ha terminado la cuarta temporada de ‘El Ministerio del Tiempo’ y puede que hasta la serie con ese capítulo 42 que suena a despedida. La producción de Pablo y Javier Olivares para TVE es también una excepción a la vez que síntoma de la nueva era de la televisión española. Con cinco años en antena en la pantalla pública (este último de manera simultánea en la plataforma de HBO), no hay ficción que haya generado más bits de debate y aplauso en las redes sociales.

Hace ya mucho tiempo, cuando solo existía la televisión pública, España quizá podía codearse con otras grandes como la BBC en cuanto a calidad de sus producciones. Sin embargo, y con la excepción de la incombustible ‘Cuentáme’, su aportación al mercado ha sido mínimo. ‘El Ministerio del Tiempo’ ha cambiado esa idea y ha dado al ente público una visibilidad que apenas ostenta en otros ramos de la televisión. Aun así, MdT es un fenómeno por muchas más cosas. Su impacto en las redes sociales habla de trascender generaciones con un modelo arriesgado entre la aventura, la historia y la crítica social (y política). Con mucho humor e ironía tan española. Con esa amargura de los héroes incomprendidos que tanto gusta a la juventud y a los adultos que fueron niños en los ochenta. Como remate (pero no menos importante), es una serie muy bien hecha, con actores notables y ambientación impecable. 

Ah, y muy entretenida. Un viaje desde 2020 a la edad de oro de las series americanas de hace veinte años, quizás la demostración más resumida (en acabado y repercusión cultural) de que algo ha cambiado en la ficción nacional… si bien no habría que olvidar que ha sido un producto que ha arrastrado graves y continuos problemas de financiación porque no se terminaba de ver ni apreciar su influjo. Su tremendo influjo.     

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