Madrid.- "Rabia", del ecuatoriano Sebastián Cordero es, según su protagonista, Martina García, una película "angustiante, oscura y claustrofóbica" que habla de la inmigración, de la agresividad, de la maternidad, de la familia, del alcoholismo encubierto.
La cinta fue presentada hoy en Madrid, donde se estrena esta semana, después de haber pasado por festivales como los de Toronto, Tokio, Guadalajara (México) y Málaga (España)
"En realidad, son varias películas: una sobre la xenofobia, otra sobre una historia de amor imposible, otra sobre el rechazo y, además, es un thriller psicológico porque el problema está dentro de la cabeza del protagonista", según el actor Alex Brendemülh
Aunque ni el actor principal, Gustavo Sánchez Parra, ni el director -conocido por "Ratas, ratones, rateros" (2004) y "Crónicas" (1999)- estuvieron en la rueda, sí ha asistido el resto del reparto: Concha Velasco, Xabier Elorriaga e Iciar Bollaín, además de García y Brendemülh.
Basada en la novela homónima del argentino Sergio Bizzio, "Rabia" es la historia de José María, un inmigrante suramericano cuya agresividad y difícil carácter asoma cada vez que alguien ofende a su guapísima novia colombiana, Rosa, que trabaja para un matrimonio de alta posición social.
Por ella discute con el capataz de la obra en donde trabajaba y, sin querer, lo mata, lo que lleva a esconderse en el desván del caserón donde sirve su novia, pero ni siquiera a ella le dice dónde está.
Desde arriba, siempre entre cuatro paredes y con la única compañía de alguna rata, asiste impotente -mientras su rabia crece- al acoso que el hijo de la familia somete a la chica y a las mentiras que rodean la vida de los señores.
La película consigue integrar todas las sensibilidades y "llevar al límite" las historias, con un dramatismo que "tal vez es el toque latinoamericano", opinó Brendemühl.
Un "toque" que, tanto la madre alcohólica -una contenida y fantástica Concha Velasco-, como su "hija", Icíar Bollaín, valoran porque a ambas "les encanta" el nuevo cine latinoamericano y las historias "tan importantes" que cuentan con "tantas ganas, energía y entusiasmo, y tan pocos medios", apunta Bollaín.
A Velasco le "entusiasmó" el guión, se enamoró de la fotografía de Enrique Chediak, y quedó "impresionada" por el director: un hombre diferente, de maneras pausadas que "sabía muy bien qué quería y a dónde iba", dijo.
Del protagonista, al que todos conocían por su trabajo en "Amores perros", Velasco valoró su "increíble esfuerzo y un talento enorme", aparte de su capacidad de sacrificio.
"Perdió trece kilos para tener el aspecto que requería el final de la película, rodada de atrás a delante, y no comía, mientras el resto devoraba deliciosos platos de la gastronomía vasca", contó Elorriaga.
Los actores reconocen que el estilo de Cordero, que construye poco a poco los ambientes y les va llevando sutilmente a donde él quiere, ha conseguido sacar de ellos "cosas extraordinarias".
"Rabia" logró en el último festival de Málaga las "biznagas" de oro a la mejor película, plata a la mejor fotografía, plata al mejor actor de reparto (Brendemülh) y mención al protagonista, así como los premios especial del jurado del festival de Tokio, y al mejor director, actor y fotografía en el de Guadalajara (México).
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