Ramsés y Hermoso de Mendoza cortan oreja en la tercera corrida de Bogotá

  • Rodrigo Urrego B.

Rodrigo Urrego B.

Bogotá, 29 ene.- El colombiano Ramsés y el rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza triunfaron hoy domingo en la tercera corrida de la temporada en Bogotá. Ambos cortaron una oreja en el segundo toro de sus respectivos lotes.

Se lidió un desigual encierro de Juan Bernardo Caicedo, flojo y con pocas opciones, con el que Daniel Luque hizo un esfuerzo pero sin sacar partido. Buena tarde de Luis Viloria, que firmó un notable puyazo al segundo, y la cuadrilla de Ramsés con las banderillas.

FICHA DEL FESTEJO: Seis toros de Juan Bernardo Caicedo. Muy desiguales de presentación, con dos toros, primero y segundo protestados. Con la fuerza justa y sin suficiente casta. Destacó por su calidad el cuarto, y el tercero hasta que se lesionó una de las manos.

Ramsés: cinco pinchazos, entera (silencio); estocada tendida (una oreja)

Daniel Luque: Pinchazo y estocada (silencio); pinchazo, media espada y descabello (silencio)

Pablo Hermoso de Mendoza: el toro se inutilizó en la faena (palmas) y dos rejones (oreja)

-------------

Ramsés alcanza la mayoría de edad

De un encierro con pocas opciones, Ramsés se llevó la mejor porción. Sus dos toros tuvieron mejores condiciones, pero había que poner algo más para que permitieran un triunfo.

Ese lote necesitaba un torero maduro. Que tuviera la mente despejada, y también, que estuviera dispuesto a jugársela. Ese lote encontró eso en el bogotano Ramsés.

Su primero, de embestidas desordenadas, aunque con nobleza, solo se entregó cuando Ramsés empezó a cortar las distancias y encunarse en sus pitones. Ese terreno fue la clave para que el toro respondiera.

Así el torero consiguió arrancar muletazos, los cuales condujo su personal estética, en una faena limpia, que solo tuvo la fea mancha de cinco intentos con la espada. El primer pinchazo fue a ley, pero el resto fueron insistencias desesperadas.

El cuarto, un toro con más casta y mayor calidad en sus embestidas, tuvo emoción en las primeras series. Ramsés se lo cambió por la espada en la primera serie que fue impactante. El toreo en redondo también fue templado y poderoso. Lo que mejor que ofrecía el toro era por el pitón izquierdo, y allí hubo una serie de naturales notable, que elevó la categoría de la faena.

En este sí hubo acierto con la espada y una merecida oreja, que reconoció a un torero que con pocas opciones supo conducirlas para alcanzar el triunfo. Ramsés encontró la madurez.

Pablo Hermoso de Mendoza se despedía de Colombia y los toros a los que se enfrentó no ofrecían facilidades. Es cierto que el primero tuvo mayor codicia. Fue acertado que no se castigara mucho al animal para que durara.

El rejoneador engañó las embestidas con una serie de quiebros con Van Gogh, pero se ajustó mucho, casi al límite con en el valiente Ícaro, que se dejó acariciar sus pechos en suertes comprometidas. El toro se rompió una mano y la faena quedó inconclusa.

Mayores exigencias planteó el sexto, toro manso que se fue rajando y cerrando a tablas. Pero las veces que se movió le permitieron a Chenel templarlo en recorridos cortos para cambiar de terreno por dentro de las tablas.

Hubo limpieza y mayor emoción cuando con Pirata clavó un par de banderillas cortas a dos manos. Pese a dos intentos con el rejón de muerte, el público quiso darle una oreja al rejoneador, en un gesto de despedida.

Daniel Luque se enfrentó al peor lote. El primero, inválido, apenas pudo mostrar la capacidad de contundente trazo. A ese animal, Luis Viloria había castigado con un extraordinario puyazo. Pero no hubo mayor emoción. Y el quinto, muy agarrado al piso, y que a veces embestía por arreones, supuso un esfuerzo para el sevillano, pero no había manera de que aquello trascendiera.

Mostrar comentarios