Rivera, en El Hormiguero: entradas de cine, nostalgia y secretos inconfesables

  • El líder de Ciudadanos se enfrentaba a la rueda de prensa de Trancas y Barrancas y se confesaba como no lo había hecho hasta ahora.
Albert Rivera en El Hormiguero.
Albert Rivera en El Hormiguero.

Pablo Motos continuaba este lunes con su ronda de entrevistas a candidatos a la presidencia del gobierno ya en la última semana antes del debate definitivo. En esta ocasión, fue Albert Rivera, líder de Ciudadanos, el que se sentó en el plató de El Hormiguero. Y, a pesar de llegar con un regalo para Motos, un casco de moto como guiño a una competición que había hecho en su última entrevista y también a la situación que están viviendo los periodistas en Cataluña, no sé libró de una entrevista incisiva como la que Pablo ya le había hecho al resto de líderes.

Tras una profunda entrevista que ocupaba algo más de las tres cuartas partes del programa, llevaba el momento de conocer al Albert más sincero e íntimo, y, para ello, Pablo pedía la colaboración de Trancas y Barranca para que sometieran al líder de Ciudadanos a la famosa “rueda de prensa ibérica”.

Las hormigas comenzaba preguntándole al político si ya había impreso los gráficos para el debate del próximo, en referencia a la cantidad de dibujos que lleva siempre cuando expone en público, una cuestión a la que Albert respondía asegurando que deja todo para el último momento, pero que sí lo hará. Y pasaban a una pregunta un poco más comprometida: “¿Cuándo vas al cine, le paga la entrada al guarda espaldas?”. “No puedo dar muchos datos, pero me gusta ir al cine discreto”, respondía de manera escueta, ya que la seguridad es un tema controvertido en momentos tan convulsos como el actual.

¿Ha probado usted los cigarrillos de la risa?”, preguntaba Trancas sometiendo a Albert a la pregunta más íntima que le hacen a todos los líderes que se sientan en la mesa de El Hormiguero: “Sí, claro, hace tiempo que no los pruebo, pero a veces pienso que quién tuviera dieciocho años…”, respondía el de Ciudadanos con sinceridad. Una cuestión a la que le añadían otra última: "¿Sabe usted algún secreto que si lo contara ardería toda España?". Albert se lo pensaba dos veces y manifestaba: "Hombre… arder, arder, no, pero… algún secreto inconfesable sí que hay…", espetaba de manera ambigua y sin aclarar a qué se refería concretamente.

Mostrar comentarios